Un boulevard de olivos bordea un viñedo y llega a unas cabañas emplazadas en medio de un bosque de pecanes. En el trayecto, zarzamoras, frambuesas, limoneros y palteros forman parte del paisaje. A unos metros, un enorme invernadero cobija miles de plantas de frutilla, lechuga y rúcula que crecen bajo la técnica de la hidroponia. Podría parecer un campo de Mendoza o Patagonia, pero no. El emprendimiento está ubicado en la localidad santafesina de Bella Italia, a sólo 8 kilómetros de Rafaela, en un lote de 10 hectáreas ubicado sobre la RP 70 camino a Santa Fe.
Cosecharás tu siembra: un plan orgánico e intensivo
“La idea es generar un precedente de producción alternativo e intensivo para zonas periurbanas”, cuenta Daniel Schonfeld, uno de los tres socios y amigos que llevan adelante este proyecto. Daniel es administrador de empresas y junto con Javier Williner y Luciano Monasterolo (ambos ingenieros agrónomos) comparten esta pasión. “Me gusta la biología y la biotecnología. Con mi familia tenemos una empresa relacionada a la producción de fertilizantes orgánicos que apunta a zonas de producción intensiva que carecen de materia orgánica”, explica el joven santafesino. Fue allí donde comenzó su vinculación con este tipo de cultivos. “Todo lo que hago es intensivo. Y, al mismo tiempo que me apasiona, también se padece un poco, ya que en hidroponia no existe navidad, año nuevo, día del padre o cumpleaños de tus hijos. Deja de funcionar una bomba, se corta el suministro de energía y tenés que estar acá. Pero es lo que nos apasiona. El único límite que tenemos es el tiempo”, afirma contundente.
Frutillas hidropónicas
“Desde El Llano” -así se llama establecimiento- nace en 2016. Allí, los jóvenes se dedican a la producción de frutillas y verduras de hojas verdes en un invernadero de más de 5400 m². Utilizan 1000 m² para producir 24 mil plantas de frutillas con un sistema creado por ellos mismos. Equivale a 260 mil plantas por hectárea: “En la tierra se llega a apenas 40 mil”, compara el emprendedor que tiene 38 años de edad. Las plantas están dispuestas en diferentes niveles, lo que permite aprovechar más eficientemente las horas luz. Más plantas en la misma superficie. A esto se suma la mejora de la ergonometría: el empleado no tiene que estar agachado para la recolección. La sanidad del producto mejora al no tener contacto con el suelo y no hay saturación por riego: el agua que está demás, cae al piso y se va a la napa.
A la ventaja de tener mayor cantidad de plantas, Schonfeld le suma el hecho de que “con este sistema, se cosechan frutillas todo el año. En el sistema convencional, tenés tres meses fuertes (de agosto a octubre). Salís al mercado con todo y lo saturás: bajan los precios. A nosotros se nos concentra sólo el 40% de la producción en esa temporada”, compara. Y otro dato que no es menor es la sustentabilidad: se utiliza un litro de agua por cada 9 litros del modo tradicional.
El producto lo entregan principalmente a pastelerías y fábricas de helados, y lo venden en bandejas. El joven emprendedor confiesa que tienen una sobredemanda, lo que les impide -”al menos por ahora”, aclara- pensar en algún tipo de industrialización del producto. Y arremete nuevamente: “Veremos cómo avanzan las frambuesas. Podemos colocar algún arándano también y hacer con Individual Quick Freezing (IQF, o Congelado rápido individual) frutos congelados para vender en bolsitas”. IQF es un método por el cual se congelan los productos de forma rápida e individualmente. El intervalo de congelación es muy corto, lo que mantiene fresco el producto.
Las plantas se alimentan a través de un sistema recirculante de agua con nutrientes y fertilizantes. “Entra por el sistema de riego a las macetas, por la cinta de riego. El tanque se alimenta de una planta de ósmosis donde se prepara la solución que necesita específicamente este cultivo en particular. Es todo automático y continuo”.
Lechugas y salanovas
Lechuga crespa, mantecosa, escarola, hoja de roble verde y morada, salanova roja y verde, achicoria, albahaca, rúcula, menta, berro, perejil y orégano, son algunas de las plantaciones que hoy trabajan. “Tenemos un planteo muy eficiente, con 14 cosechas al año por posición (es decir, en el mismo lugar exacto), mientras que en suelo convencional se llega a 3 cosechas/año por posición”, resalta Schonfeld.
Lo trabajan con un sistema que se llama NTF: “Técnica de la película nutriente” (siglas en inglés). Se basa en la circulación continua o intermitente de una fina lámina de solución nutritiva a través de las raíces del cultivo, en un circuito cerrado. Aquí, el joven santafesino plantea otro gran tema: la genética: “La gente piensa que existen dos o tres variedades de lechuga. Hay miles. Hace dos años probamos con 270. Y esto tiene que ver con la selección de la genética: cuál es la que mejor se adapta para esta zona, a nuestra técnica. Esto te lleva a que el nivel de eficiencia sea cada vez mayor”.
Además de la producción, Schonfeld cuenta que una de las claves de la empresa está en la venta de proyectos de hidroponia llave en mano.
“Una estadística reciente refleja que el 90% de los que ingresaron al sistema hidropónico son nuevos productores: abogados, médicos y administradores que se metieron en el mundo de la horticultura. La pandemia los llevó a replantear un cambio en la forma de vida. Familias que tenían dos vehículos, vendían uno para hacer el invernadero y con el otro hacían el reparto. El problema es que hacen tres invernaderos y terminan trabajando más que antes. La gente se apasiona mucho”, asegura.
Buscando el vino santafesino
“En el patio, donde están los demás cultivos, las vides son las que más llaman la atención”. El viñedo se divide en tres secciones: “Las plantas más jóvenes tienen un año, las intermedias, dos y las más viejas cumplieron tres: ya para el cuarto año estarán listas como para comercializar”, anticipa con entusiasmo. Son alrededor de 20 mil plantas y ocupan dos hectáreas y media del predio. Está proyectado llegar a 4 has. Plantaron 11 variedades: malbec, malbec cot, cabernet franc y sauvignon, marselan, torrontés, bonarda, aspirant bouschet, bonarda, ancellotta, petit verdot y syrah.
“Las uvas tintas nos dijeron que estaban muy bien. Pero las blancas son mejores, por el tema de los hongos. Se cosechan antes de marzo que, con las lluvias, con la humedad podés tener ese problema”, explica. Y piensa en otra variedad hacia adelante como el tannat: “Uruguay hizo una movida muy importante, es interesante estudiar cómo trabajaron ese posicionamiento. No es un trabajo a corto plazo”.
Pero Daniel es como una caja de sorpresas. Cuenta que con sus amigos ya tienen un vino -Garden Wines- que hace 5 años está en el mercado y que se produce íntegramente en Mendoza: “Lo vendemos en Rafaela, Santa Fe, Rosario, Córdoba, Buenos Aires, Neuquén, Bahía Blanca”. Volviendo al viñedo santafesino, cuenta: “Estamos tratando de sentar un precedente. Para la próxima cosecha vamos a hacer un trabajo de manejo para hacer nuestra primera vendimia y ver cuál es la variedad que mejor se adapta”.
Con el soporte del Ministerio de la Producción provincial, se están relacionando con los productores de vino santafesinos. Son 14 que en promedio y tienen 1 hectárea de producción. “La idea es compartir información sobre las variedades, los esquemas de plantación, las experiencias, los aciertos y errores. Crear sinergia. Y desde los organismos proyectar esa producción. La mayoría lo hacemos por pasión. Con esto sinceramente creemos que nos vamos a fundir todos (risas). Es una erogación importante, es mucho lo que se va. Tiene que estar claro que el objetivo tiene que ir más allá de mantener la juguetería. Cuando pudiste descorchar la primera botella, venís 50 millones de pesos para atrás”, remarca.
Desde una mirada empresarial y de oportunidades, el joven santafesino proyecta: “Nosotros ya tenemos el vino de Mendoza: la idea es comenzar a producir acá y plantear un corte malbec mendocino con uno santafesino. Mezclar e incluso poder sacar un producto 100% santafesino. Lo positivo que veo en Santa Fe es que se pueden plantar más hectáreas y más rápido que en Mendoza. Allá la superficie no puede seguir creciendo porque tiene hasta cierta cantidad de agua. En Mendoza los viñedos viejos le cortan el pie y plantan malbec. Están dejando de hacer otras variedades. Y ahí Santa Fe tiene una oportunidad. Ellos necesitan un porcentaje de otras variedades para cortar el malbec. A ese nicho de mercado puede apuntar tranquilamente Santa Fe”.
El bulevar de los sueños vivos
La concreción de un boulevard de olivos es un proyecto que viene avanzando. Además de la sombra y del impacto paisajístico, les permitirá producción. “Además hay mucho para hacer en relación al turismo, el trabajo con las escuelas”, enumera y agrega: “Todo esto tiene mucho potencial. Es necesaria mucha inversión. Nuestra idea termina en que, entre los bosques de pecanes, se construya un complejo de cabañas para el turismo”.
Schonfeld proyecta que tanto los cítricos como los pecanes entrarán en producción el año que viene. “Esto ayudará mucho a la autosustentabilidad. Con los cítricos podemos realizar una venta orgánica por e-commerce: se puede enviar una caja con dos limones, una naranja, etc. Todo orgánico y por Mercado Libre a Buenos Aires”, se entusiasma.
Los cítricos ocupan casi una hectárea. Se suman un cuarto de hectárea de paltas que se vislumbra por detrás de las líneas de los pomelos, pomelos rosados, naranjas, mandarinas, limones y limones sútil. La zarzamora y la frambuesa también tienen su espacio en este Jardín del Edén: “Se vienen desarrollando muy bien. Con buena calidad de fruta y de cosecha”, resalta. “Comenzamos en octubre y todavía estamos sacando después de 6 meses”. También existe un espacio para eventos. “Muchos vienen y no pueden irse. Quedan enamorados del lugar”, cierra.
Son varias las claves que encierran esta historia de santafesinos y emprendedores, y en la que una vez más se entremezclan ingredientes en común de otros relatos: la amistad, la pasión y la proyección con los pies en tierra. Lindos tonos que pincelan unidades de negocio, proyectos y sueños que se van concretando.