La ofensiva militar que lanzó Rusia contra Ucrania aceleró la escalada de los precios de los commodities agrícolas, que venían registrando una tendencia alcista en las últimas semanas y se dispararon el jueves. Semejante cambio en la geopolítica mundial, que involucra a dos países que son jugadores clave para los mercados de trigo y aceite de girasol, opacó las discusiones domésticas e incluso puso en duda hasta qué punto las pérdidas provocadas por la falta de humedad en la campaña gruesa afectarían la rentabilidad de los productores en un contexto de precios por las nubes que permitirían recortar lo que el clima quitó.
El precio de oleaginosas y cereales se entonan con la guerra
Trigo. La fuerte presencia de Ucrania en el mercado triguero se tiñe de dudas por la guerra en ese territorio.
La primera reacción de los commodities fue una fuerte disparada de las cotizaciones de los cereales y las oleaginosas en Chicago, que el primer día de desatado el conflicto treparon más de 5% y llevaron a la soja a cotizar al límite de los u$s 644 la tonelada, el valor más alto en una década. Luego la oleaginosa encontró cierta calma, pero por un efecto especulativo generado por una masiva toma de ganancias para aprovechar el repunte extraordinario.
En cambio, los precios del trigo y el maíz se mantuvieron en alza ya que se trata de dos mercados donde Ucrania y Rusia juegan fuerte. La preocupación por una posible interrupción en el flujo del comercio en la región hizo lo suyo. El cereal fino trepó el jueves más de 5% en el mercado de futuros estadounidense y alcanzó un máximo en más de nueve años y medio: así, el contrato trigo marzo 22 llegó ese día a los u$s 340,25 la tonelada.
“Ucrania y Rusia representan en conjunto 29% de las exportaciones globales del cereal”, recordó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), cuyos analistas consideraron que “el conflicto geopolítico dio sostén a los precios internacionales de algunos de los productos que Argentina exporta” y eso “implica una mejora en el ingreso de divisas de la cadena agroalimentaria, en un momento decisivo para la estabilidad monetaria en nuestro país”. Sin embargo, advirtieron sobre los efectos negativos que podría traer para el país la escalada bélica, especialmente sobre la inflación y la política monetaria de EEUU.
La soja cerró con caídas luego de haber alcanzado un máximo desde 2012: el contrato marzo bajó a u$s 610,50 la tonelada.
Luis Argüero, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Belgrano indicó que si bien la Argentina se beneficiará por el incremento del precio de los alimentos, esto se compensará con los crecientes costos de importación de energía. “En un contexto de debate interno sobre los subsidios al consumo energético, el incremento en los costos de generación hará prácticamente imposible que estos subsidios bajen en términos reales en 2022”, pronosticó.
Al fuerte ruido que mete la situación bélica en los precios se le suma el efecto arrastre que viene provocando la sequía en Sudamérica sobre las cotizaciones. El último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indicó que un 40% del área de soja y un 33% del área de maíz mantiene una condición hídrica entre regular y seca. Esto representa tres puntos porcentuales más que en los últimos siete días como consecuencia de la ausencia de lluvias en sectores de las regiones NEA, centro-norte de Santa Fe, centro-norte de Córdoba y el núcleo norte.
En paralelo la entidad indicó que “la condición de cultivo regular/mala sumó cinco puntos porcentuales, elevándose esta semana al 28% del área implantada”.
Por otro lado, la Bolsa de Cereales señaló que la cosecha de maíz con destino grano comercial avanza sobre el centro del área agrícola y se registró una caída de cinco puntos porcentuales en la condición hídrica adecuada/óptima, en tanto que la condición de cultivo regular/mala aumentó dos puntos porcentuales. “De concretarse el pronóstico de lluvias a corto plazo, ayudaría a revertir las tendencias negativas registradas durante los últimos días”, agregó la entidad.
La cosecha de girasol presenta demoras de entre 2 y 6,4 puntos respecto al promedio de las últimas cinco campañas. “La recolección alcanzó al 26,9% del área apta a nivel nacional, reflejando un progreso de 2,8 puntos respecto a la semana previa”, según la Bolsa.
Esta crisis de escala mundial esmeriló los reclamos en el plano interno que metieron alguna tensión a la relación entre el gobierno y el sector agropecuario.
Por un lado, esta semana la Sociedad Rural Argentina (SRA), junto con la Sociedad Rural de Jesús María, presentó en los Tribunales de la provincia de Córdoba un amparo para trabar la posibilidad de que el Poder Ejecutivo fije y cobre derechos de exportación. Las entidades rurales reclaman desde comienzos de año que el cobro de retenciones que está concretando el gobierno es anticonstitucional porque no se prorrogó la ley de emergencia pública.
El ministro de Agricultura Julián Domínguez lo consideró “un hecho político” y objetó la postura de la entidad ruralista. Advirtió que, desde el punto de vista jurídico, “sigue vigente y prorrogado el presupuesto de 2021” y “ninguna de sus facultades se ha alterado”, ya que con el decreto que extiende su validez “también se prorrogan todos los instrumentos recaudatorios”.
También desde las mesas intersectoriales de maíz y trigo rechazaron la constitución de un fideicomiso de esos cultivos como una forma de reducir la inflación.
Las entidades indicaron que esta herramienta constituye un “estímulo negativo que puede afectar la previsibilidad en la cadena” y propusieron otras alternativas como la utilización de mecanismos de cobertura, financiación, así como “propuestas para llegar a los sectores de bajos ingresos o desocupados, a través de tarjetas de alimentos”, dijeron.
También la Bolsa de Comercio de Rosario expresó su rechazo al fideicomiso al considerar que generará “interferencia en el normal funcionamiento de los mercados institucionalizados de granos afectando la formación de precios de referencia”.