Con el objetivo de evaluar el impacto ambiental y económico que tiene la conservación del suelo y del agua en el Puerto de Diamante, se aprobó recientemente un proyecto de investigación que tiene el apoyo de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Entre Ríos y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta).
Entre Ríos: estudiarán cómo impacta la erosión hídrica en el Puerto de Diamante
El ingeniero agrónomo Jorge Gvozdenovich, integrante del Area de Conservación de Suelos de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) del Inta Paraná y docente de la Universidad Nacional de Entre Ríos, autor del proyecto, busca demostrar que la aplicación medidas de control de la erosión hídrica permiten disminuir los excedentes hídricos, por lo que habría una menor pérdida de sedimentos que desembocan en esta terminal portuaria, facilitando así su óptimo funcionamiento.
Según la propuesta del profesional, la sistematización de las hectáreas agrícolas de la Cuenca, evitaría la llegada a esta estación fluvial de tanta sedimentación que es arrastrada por el caudaloso curso de agua de dicho arroyo. Este sedimento, que proviene de los campos de la Cuenca, es el que le quita profundidad a la zona portuaria.
Gvozdenovich contó que, desde el 2015, vienen estudiando aisladamente a esta Cuenca por considerarla interesante al ser “netamente agrícola”, aunque también posee algunas producciones primarias, como tambos, porcinos y pollos.
“Tiene una superficie total de 79.600 hectáreas y cerca del 80% se destina a la agricultura. Sabemos que casi todo lo que se erosiona proviene de los campos agrícolas y fue nuestro primer paso de investigación”, señaló.
Al mismo tiempo, explicó que la rotación es bastante definida y “es buena desde el punto de vista sustentable, ya que se trata de una rotación trigo/soja/maíz, y en algunos casos con cultivo de cobertura, realizada en una zona que tiene los mejores suelos agrícolas de la provincia”.
“Cuando empezamos, buscamos evaluar qué pasaría si esta cuenca estuviera sistematizada en su totalidad. Para eso tuvimos que ver qué tipo de suelos posee, si son suelos que se erosionan o no, y cuál es la tecnología de control de la erosión, por ejemplo, si tienen o no terrazas”, contó Gvozdenovich.
El Puerto de Diamante es una estación fluvial que requiere constante mantenimiento y tareas de dragado para lograr el calado –27 pies- que posibilite el ingreso de buques de ultramar. Se encuentra en el corazón cerealero de Entre Ríos y, con muy pocos kilómetros de transporte, productores de esta zona podrían transportar su producción con menores costos de logística.
Para ejemplificar, el investigador señaló que un productor de la zona de Oro Verde –departamento de Paraná- tiene que hacer más de 200 kilómetros para llevar su producción a Rosario, mientras que si la terminal portuaria de Diamante tendría un óptimo funcionamiento, serían solo 40 kilómetros. Esto implica grandes ventajas, no sólo económicas sino también ambientales.
“Estamos estudiando cuál sería el impacto ambiental, ya que al haber mayor tránsito, hay más contaminación por la combustión de los camiones, accidentes, arreglos de los caminos secundarios, entre otros. Hay una serie de aspectos que deben entenderse como sistema relacionado con la Cuenca”, comentó Gvozdenovich.
¿Se cuida el suelo de la Cuenca?
La Cuenca de Arroyo La Ensenada nace en la zona aledaña a Crespo –departamento Paraná- y desemboca aguas arriba del puerto de Diamante. De la superficie total que abarca (79.600 hectáreas), 74.100 ha se destinan a la producción agrícola y ganadera, mientras que el resto comprende ríos, arroyos y misceláneas (5.500 hectáreas).
“Aproximadamente el 25% de la superficie agrícola y ganadera de la Cuenca se encuentra sistematizada con terrazas de evacuación, es decir, unas 18.800 hectáreas”, indicó el profesional.
“Para conocer qué pasaría si la Cuenca estaría sistematizada en su totalidad, tuvimos que evaluar qué tipo de suelos posee. Son suelos muy buenos, pero que se erosionan. El 93% son Orden Molisol pero, de este total, la mitad corresponde al subgrupo vertisoles, con mucha arcilla. Esto significa que son altamente erosionables”, explicó el investigador, quien además detectó que faltan sistematizar unas 60.000 hectáreas en esta Cuenca.
A la hora de poner números, Gvozdenovich comentó que está demostrado que el agua se conserva en el campo en un 70% por tener terrazas y que un milímetro de agua permite producir 15 kilos de maíz. “Si extrapolamos a la cantidad de agua que almacenaremos en la Cuenca, obtendremos mayor producción. Por ejemplo, este año fue muy seco y los lotes que tuvieron terrazas lograron almacenar esos pocos milímetros que cayeron. Fue una mala campaña, pero se notó diferencia en los lotes de la zona que tienen terrazas. Las precipitaciones intensas que cayeron, lograron quedarse en el campo. Cuanta más agua tengas en el lote, más seguridad habrá en el rendimiento”, detalló.
A su vez, agregó que “si a la tenencia de terrazas en el campo, le agregamos la clásica rotación –trigo/soja/maíz-, se logra acumular esa agua y no perdemos sedimentos. Por ende, estaríamos aportando en la Cuenca más de 1.400.000 de toneladas”.
Nutrientes que se escurren
Hablar de la escorrentía de sedimentos, también es hablar de pérdida de nutrientes y este será otro de los puntos a evaluar. “A nivel de campo, vamos a estudiar qué se pierde. Para ello colocaremos alrededor de 30 muestreadores en toda la Cuenca, con el fin de juntar los sedimentos. Después de cada lluvia erosiva, la idea es extraerlos, pesarlos, secarlos y hacerle el análisis químico correspondiente. Esto permite conocer cuánto fósforo, nitrógeno y azufre estamos perdiendo por erosión hídrica”, explicó el profesional, tras remarcar que este dato hoy no se tiene a nivel provincial.
Los nutrientes que se pierden producto de la erosión, el productor los tiene que aplicar a su lote todos los años. “Eso significa que debes invertir mucho más dinero al utilizar lo que estás perdiendo por erosión y es algo que se puede evitar. Al hacer terrazas, con canales colectores, el beneficio lo ves con el paso de los años. Estabilizas tu ambiente, tu sistema productivo”, destacó Gvozdenovich.
Hoy los muestreados están siendo ajustados en los campos del Inta y luego serán ubicados en campos de productores con y sin terrazas, lotes puntuales a la salida de arroyos e inclusive campos que desembocan en caminos vecinales.
La Cuenca posee una variabilidad de paisajes, intensidades y largos de pendientes, manejos y sistemas productivos diferentes. Sin dudas, los resultados implican un beneficio al permitir visualizar el impacto de la sistematización de los lotes, tanto en lo económico como en lo productivo, pero sobre todo será una herramienta para la toma de decisiones políticas.
Actores involucrados
El proyecto de investigación nace en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER, pero en conjunto y con los antecedentes que venía trabajando el Inta Paraná en esta Cuenca. “A nivel local, se suman a esta propuesta docentes de la facultad de agronomía como es el caso de Mariano Saluzzio, Carolina Gregorutti, Leonardo Novelli, entre otros. Son docentes vinculados a cátedras de conservación de suelos, gases de efecto invernadero y su relación con la materia orgánica, edafología, etcétera. Asimismo, se suma Mariano Martínez, economista del Inta para ponerle números a la investigación y que no pierda relevancia”, explicó.
Para aportar una mirada macro, se suman referentes en materia de conservación del suelo a nivel nacional, como es el caso de Juan José Gaitán, investigador del Inta Castelar y la Universidad Nacional de Luján; y a nivel internacional, se confirmó la participación de Mario Pérez Bidegain, director del Departamento de Suelos y Aguas de la Facultad de Agronomía de Uruguay.