En un empalme casi perfecto, los precios acompañan a la campaña de granos gruesos que termina y a la fina que arranca. Los fundamentos de mercado son claramente alcistas para el ciclo 2021/22 que comienza en pocas semanas con la siembra de trigo, pero también inmejorables para la cosecha de maíz y soja recién levantada del ciclo 2020/2, que termina con cotizaciones en niveles “muy altos”, coinciden los especialistas.
Los buenos precios le hacen un guiño a la nueva campaña
Por Sandra Cicaré
Esa combinación de buenas perspectivas productivas _ incluso ahora reforzadas por mejores condiciones de humedad _ y cotizaciones al alza, acentuará este año la tendencia del productor argentino de retener granos, pero a la vez, incrementará la demanda de crédito bancario, como una estrategia de negocios basada en posicionarse en dólares y financiarse en pesos: el combo ideal.
De todos modos, en el mercado los tiempos de euforia suelen ser malos consejeros. De modo que es clave, medir los riesgos. La tentación de un mercado alcista afianza la intención de ganar “por encima del objetivo de rentabilidad” trazado al inicio de la campaña, algo que “es muy común en el productor argentino”, según indicó Eduardo Boveri de la mesa comercial de Rosario de Negocio de Granos, quien advirtió que “es momento de empezar a ponerle precio a una soja a niveles de u$s 320”. Detalló que en el país sólo un 12% de la cosecha tiene precio comprometido y no se vendió nada de la nueva. “No podemos trabajar con estos niveles tan bajos de “pricing” en un mercado que si bien es alcista tiene pisos muy altos”, alertó.
En un webinar organizado por la empresa InteliAgro, Boveri analizó las perspectivas de la campaña 2021/22 junto al Dante Romano, analista de mercados y docente en la maestría de agronegocios de Universidad Austral; Alejandro Salomón, gerente regional de empresas y agronegocios de Banco Patagonia; y Pablo Auliso, asesor del área de capacitación de InteliAgro.
“Para la campaña que viene estamos viendo un escenario donde los márgenes son muy buenos en todos los sentidos”, aseguró Romano, quien también consideró que esa misma tendencia es la que se replica en la cosecha de granos gruesos. “Vemos para el maíz y la soja un escenario de precios ya en niveles muy altos”, dijo, lo que profundizará “la tendencia a retener granos”.
Retener o vender
Aunque la estabilidad cambiaria que fue consolidando el gobierno en los últimos meses le quita volatilidad a las variables económicas, el productor argentino tradicionalmente se mostró seguro “estando en granos”, como se dice habitualmente en la jerga de los agronegocios a la estrategia de retener la mercadería, para resguardar valor de un activo que cotiza en dólares.
Pero tampoco quiere dejar pasar el tren de un financiamiento a tasas bajas que se fue consolidando en 2020 con acciones concretas del Banco Central (BCRA) y que se refuerza este año, tanto para capital de trabajo como para inversiones en bienes de capital.
“Vemos que en 2021 se va a replicar lo que ocurrió el año pasado y, en función de los precios actuales es probable que muchos productores quieran seguir manteniendo sus granos y a partir de ahí tomen líneas de financiación en pesos a tasas competitivas”, detalló Salomón.
Pero esa estrategia tendrá un límite concreto fijado por el gobierno para atemperar la restricción cambiaria. Este año el BCRA volvió a convocar a los bancos para que vuelvan a ofrecer tasas competitivas para el agro para financiar inversión productiva —como en 2020— pero se prevé que exigirá que los beneficiarios no tengan retenidos granos (soja y trigo), a diferencia del año pasado cuando había impuesto un límite del 5%.
Así lo adelantó Salomón, quien indicó que es una decisión de la autoridad monetaria que está “en etapa de definición”.
Frente a esto, el ejecutivo estimó que el productor seguramente no buscará fondos en el sistema financiero de forma directa, sino a través de sus proveedores. “Entendemos que 2021 seguirá con mucha demanda de créditos para el agro, sobre todo incentivado por el nivel de tasas, pero el productor agropecuario lo hará vía sus proveedores”, detalló Salomón.
“Es casi un hecho que esa tolerancia del 5% de acopio de la campaña pasada va a desaparecer, con lo cual los productores que quieran acceder de manera directa no tendrán que tener retenida soja o trigo, de lo contrario deberán hacerlo a través de su cadena de valor”, agregó el ejecutivo y frente a eso aseguró que el banco desarrolló “convenios de financiación con terminales tanto de camiones, como de tractores” para acercarle de esa manera la oportunidad al productor en forma indirecta.
Precios y entusiasmo
El escenario de precios al alza tiene fundamentos concretos. Es producto de “una demanda china muy activa que está reconstituyendo su stocks de cercos que la lleva a importar mucha soja y maíz”, dijo Romano, pero también de un nivel de stocks en Estados Unidos que se mantendría estable pese al aumento de la intención de siembra que pronostica una buena campaña 20/21 para ese país, y a la demora en la zafrinha de Brasil, que además podría venir con menor calidad.
“Cuando juntamos todo, vemos que el escenario para el maíz y la soja parece ser explosivo en un marco en el cual los precios ya están en niveles muy altos”, dijo.
Esto tiene un triple impacto. Por un lado valoriza la cosecha gruesa que el productor recién levante, anticipa un buen escenario para la siembra de granos finos y genera buenas expectativas para el próximo ciclo de granos gruesos.
“Para la campaña que viene estamos viendo un escenario donde los márgenes son muy buenos en todos los sentidos y la duda siempre es más productiva”, dijo Romano, aunque aclaró que con las últimas lluvias “nos volvió el alma al cuerpo a todos e hizo que con un trigo de u$s 200 las ganas de sembrar son terribles y todos están preparando las sembradoras y saliendo a comprar los insumos”. Esto generó una fuerte suba en el precio de los fertilizantes, aseguró el especialista.
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Aunque se mostró partidario de aprovechar el maíz en el esquema de rotaciones para el ciclo 21/22, “porque está dando una rentabilidad muy interesante”, también reconoció que “la combinación trigo soja parece ser bastante ganadora” y es de hecho lo que expresaron los productores en una encuesta realizada por InteliAgro.
Medir el riesgo
Pero también Romano alertó sobre la exposición en un mercado tan entonado. “Cuando sos tan alcista en un mercado que ya viene creciendo a valores por encima de u$s 300 para la soja y de u$s 200 para el maíz, y en el cual se puede vender trigo a u$s 200 dólares para diciembre antes de sembrarlo, hay que pensar que algo puede salir mal”.
En ese punto ubicó como atenuantes a la suba una “desaceleración de la demanda china” si se agravan los pronósticos de una nueva forma de gripe porcina africana, a los fondos especulativos que están “terriblemente comprados y pueden salir de esa posición”; y a la “revaluación del dólar” frente a otras monedas que en general perjudica a los commodities.
Por eso, minimizar el riesgo parece ser la salida más profesional en este contexto. Y las coberturas son los instrumentos que hoy el productor tiene a mano para hacerlo, bajo distintas variantes, mucho más por el grado de exposición frente a los vaivenes externos. “Así como el productor se toma el tiempo para conocer los costos de producción y lo que hace en forma programada, de la misma manera tiene que planificar una buena estrategia de coberturas y ventas previas”, dijo Boveri y apuntó que “hoy tiene oportunidades de vender a muy buenos precios cosechas nuevas y a buenos precios la actual” y puso como ejemplo que una muy buena oportunidad hoy es “vender trigo nuevo a u$s 200 y empezar a hacer algo de soja y maíz de la próxima campaña”.
El especialista mostró a modo de referencia, el comportamiento del productor brasileño y el argentino a la hora de vender su cosecha. Según datos de febrero de este año en la región de Matto Grosso, corazón de la producción granaria del vecino país, el productor entró a sembrar a su lote con el 100% de la cosecha vieja vendida hace tiempo y de la que está levantando ahora el 72% ya la tiene comprometida. Incluso, este año hizo operaciones en forma activa para la próxima campaña, con niveles por encima de los valores históricos.
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En cambio, el productor argentino “todavía tiene pendiente de vender 20% de su producción” dijo Boveri en base a datos oficiales al 17 marzo, y además, tiene 11 o 12% comprometido con precio de la que está levantando y “no hay datos de la cosecha nueva, pero imagino que no es muy significativa la venta”, dijo. Con lo cual “no vendió nada de la nueva y poco de la actual, incluso con estos niveles de precios”, indicó.
Esta foto muestra que la profesionalización que el hombre de campo en Argentina tiene en términos productivo, todavía es incipiente en la cadena comercial y requiere de un viraje, ya que “las decisiones de venta son de las más complejas en la empresa agropecuaria”, dijo Auliso de InteliAgro, empresa que trabaja para acercar una herramienta digital mediante una plataforma para armar en una pantalla, y en forma muy simple, el esquema de negocios y medir la rentabilidad, entre otras cuestiones.
También estas herramientas permiten aplacar la volatilidad, o al menos darle cierta previsión a un negocio donde además de los mercados juegan otros componentes inmanejables como los climáticos.
“En general solemos encontrarnos con poco sobresalto por el lado de la demanda, pero sí mucho por el lado de la oferta, porque depende de la producción y ésta depende del clima”, dijo Romano y recordó que la campaña pasada “se arrancó con una previsión cercana a los 50 millones de toneladas de maíz y soja y ahora se estará cerrando entre 44 o 45 millones”.
Además, comentó que “la gran sorpresa que tuvimos en el mundo fue China saliendo a comprar cantidades descomunales, no solo de soja sino también de maíz y eso fue lo que traccionó y generó un escenario de precios realmente formidable”. De hecho, la soja comenzó con cotizaciones cercanas a los u$s 220 o u$s 230 “pero nunca pensábamos que íbamos a superar los u$s 300”, agregó Romano. Algo similar ocurrió con el maíz. “Teníamos un panorama bastante complejo con valores de u$s 120 y apareció China, se compró todo y terminamos en u$s 200 para el grano que se está trillando”, agregó.
Vender, la difícil tarea
¿A cuánto vendemos? La pregunta es casi obligada entre los productores, especialmente aquellos más chicos y con menos estructura. En ese punto Boveri aconsejó “cerrar una rentabilidad esperada y ahí definir un objetivo de rentabilidad, que determina el precio al cual vender”.
Y planteó varias opciones. “Podemos vender a precios por encima del mercado, algo que es muy común en el productor argentino” de modo que si la soja llega a u$s 350 comercializarla. También está la opción de “acompañar el mercado periódicamente con ventas parciales a lo largo del tiempo” y otra alternativa (hay varias más) “es poner objetivos por debajo del mercado, que en situaciones alcistas como las actuales parece sumamente interesante”, agregó. Y lo puso en números: “Cuando cotiza a u$s 330 como la soja en estos días, nos plantearnos venderla a u$s 300 si es que baja, pero mientras tanto dejamos correr al mercado”, dijo aunque aclaró que “para esto hay que ser muy disciplinado, porque pasa a diario que baja la soja a u$s 300 y decimos que se va a recuperar, no vendemos y luego baja a 280 y cambiaron los input del mercado y no nos dimos cuenta”.
Además de los forward (o entrega de mercadería con precio a fijar) que el productor argentino conoce bien, los mercados institucionales como Matba Rofex ofrecen coberturas a través de futuros y opciones. Por otra parte, las empresas asesoras también tienen a disposición de los clientes productos estructurados, entre ellos los acumuladores, que pueden formar parte de la cartera del productor para minimizar riesgos.