El negocio de la arveja tiene tractores coyunturales, como las malas cosechas de los principales jugadores mundiales, y una locomotora de largo plazo: el crecimiento del mercado de sustitución de carne por proteínas de origen vegetal. Esta demanda mueve sobre todo la producción de harina, subproducto de la arveja amarilla, cuya cotización ya comienza a copiar la trayectoria de los precios de la harina de soja en Chicago.
Poletti: "Estábamos para la fiesta y el flete se llevó la torta"
Adrián Poletti, titular de la consultora Incrementar y asesor en cultivos especiales, entiende que estos cambios son disruptivos y presentan una oportunidad para la cadena de valor. Pero considera que para, aprovecharla, el sector debe realizar un profundo cambio de paradigma, transformando la cadena desde la producción hasta el consumo.
- ¿Cómo ves el mercado para la arveja en esta campaña?
- Tenemos una buena superficie con mejores rendimientos potenciales. Y nos agarra en un momento en el que en el mundo hace falta mercadería. El problema es que hay que hay condicionantes externos que impiden que esta situación se traslade totalmente a los precios. Hay todo un problema mundial a nivel logístico muy grave, con aumentos de costos a niveles estratosféricos, que está haciendo que no se pueda trasladar todo el potencial de precios a lo que hubiese sido deseado. Hoy el principal problema comercial es la crisis de contenedores. El valor de una mercadería puede variar en 50 a 100 dólares por tonelada puesta en Nápoles o en el Este de Africa, de un día para otro. El flete, que era la nada misma, pasó a ser la estrella. Estábamos por celebrar y se llevaron la torta y el champán. Vamos a tener que brindar con agua, cuando podríamos haber tenido una fiesta de kilos y precios. Es muy volátil el mercado por tema de flete y el productor lo tiene que saber porque tiene que ajustar el timing de comercialización. Guardarse la mercadería y sentarse a esperar que la crisis pase tiene un riesgo: que Canadá se recupere el año que viene y tapone el mercado. Tenés una ventana de ventana de venta desde diciembre hasta junio.
- ¿Hasta qué punto afecta los precios?
- Aun con estos condicionantes, con esta producción y precios la arveja va a ser un muy buen negocio. Igual, el cultivo de arveja tiene que ser analizado como un sistema y no simplemente desde el margen bruto. Atrás de todo este cultivo se va poder sembrar un maíz que, si tiene buena precipitaciones, muy probablemente rinda entre 90 y 100 quintales, con un máximo de aporte de 40 kg ó 50 kg de urea. Hoy la urea vale u$s 1.000, mientras que un maíz común se lleva 220 dólares sin un antecesor de arveja. Entonces, si hacemos el margen bruto, ¿quién me paga el nitrógeno que se ahorró el maíz? ¿A quién se lo adjudico?. Hay que analizar el sistema, el ahorro en herbicida, fertilizantes, el mayor ingreso por un cultivo más. Cuando se analiza así se puede vender a valores lógicos. Y no hay que esperar valores estratosféricos para ganar plata y compensar bajos rendimientos unitarios productos del atraso tecnológico. Además, si introducís un cultivo como este pasás a hacer cinco cultivos en tres años, porque entrás en una rotación de trigo- soja, soja de primera, arveja - maíz. Estabilizás el suelo por mayor ingreso de materia orgánica, aumentás la frecuencia de ingresos y bajás el costo de fertilizantes y herbicidas que van al maíz.
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- ¿A nivel comercial también hay que analizarlo como sistema?
- Una vez que nos metimos en el baile de producir un alimento de consumo humano tenemos que empezar a tomar todos los requerimientos nuevos que nos está pidiendo el mercado. En la década del 80 y 90 nos decían: “Produzcan como sea”. Ahora quieren saber qué están comiendo y con un código QR a través de un celular lo pueden hacer. Eso exige que el productor se sienta parte de una cadena que llega hasta un producto terminado, un consumidor y una góndola de un supermercado. Hoy en cualquier lugar se hace un análisis multiresiduo y si hay un exceso se rechaza. Empieza a jugar cada vez más el concepto de calidad química del grano. Porque el consumidor te lo pide y te lo puede medir. Y va a privilegiar en el consumo a aquel que se lo informa.
- ¿Cómo influye en este contexto el mercado de sustitución de las carnes?
- Este crecimiento se da más rápido de lo que se preveía. En Europa tiene una velocidad feroz y también en EEUU y Canadá. Y acá, si vas a una superficie de un hipermercado grande y medís en la góndola de los congelados la cantidad de metros de hamburguesas y las de productos en base a proteínas vegetales, como milanesas de soja, de legumbres, de verdura, ocupan casi lo mismo.
- ¿Qué impacto tiene en el mercado?
- La harina de soja y la arveja amarilla en Chicago vienen copiando tendencias de precios. O sea que la arveja está pasando a ser un cultivo de producción de proteínas. Y la referencia mundial es la harina de soja. Habrá que ver algunos años más para ver qué pasa pero esto se está viendo desde 2018. Van cuatro años en los que las curvas copian los movimientos. Si en tres o cuatro años somos capaces de poder desarrollar los diferenciales tendríamos una base contractual de precios. Y eso es fundamental porque te da una previsibilidad que hoy no tenés. Por lo menos para arveja amarilla. La verde es otra cosa. Se mueve por aspecto de grano, es otro mercado completamente diferente.
- ¿Cuánto se exporta de la producción?
- Argentina tiene entre 10 mil y 15 mil toneladas de consumo en lata y luego, depende de la intención de siembra del año próximo, tenés entre 15 mil y 22 mil de retención de semilla. Luego tenés merma de proceso en verde. Decimos entonces que 40 mil toneladas se quedan acá y el resto se exporta como semilla, como residuo o como consumo interno. En amarilla es más difícil saberlo porque hay mucho consumo animal en los tambos. Ahora el trade mundial es amarilla.