Movimientos sociales locales que bregan por la economía alternativa y solidaria forman filas para dar luchas socioambientales, bajo la convicción de que para cambiar el actual modelo de producción, primero debe haber una transformación del consumo. Una de esas formas es aprovechar lo descartable que hoy se encuentra en góndola, y reducir los costos de producción y de compra, a la vez que se cuida al medioambiente. La idea es “reducir y reutilizar”.
Un cambio desde el consumo a la producción
Por Lizi Domínguez
Economía alternativa y solidaria. Experiencias de consumo responsable.
Así se planteó en el conversatorio virtual “Descontaminar el consumo”, organizado por el Taller Ecologista y el Mercado Solidario - Red de Comercio Justo del Litoral, con la participación de numerosos referentes de emprendimientos agroecológicos. Es el caso del Espacio Granja La Carolina y el equipo de Tres Manos, integrado por jóvenes con discapacidad que fabrican bolsas de papel con revistas y cartones reciclados.
También formó parte del encuentro la cooperativa Mercado Solidario de Rosario, que se define como una “organización que experimenta formas no capitalistas de producción, distribución y consumo”. Forma parte de la Red de Comercio Justo del Litoral y sus nodos de venta son El Trocadero y Tres Ecologías, que es un espacio colectivo.
Valeria Luchini, referente de la cooperativa Mercado Solidario encabezó la charla contando los resultados de la campaña “Frascos y botellas que vienen y van”, que desde hace cuatro años la organización encabeza en sus puestos de venta, donde se ofrecen productos agroecológicos de valor social y ambiental.
La campaña consiste en fomentar que el consumidor limpie, retire las etiquetas y entregue sus frascos y botellas al momento de la compra, accediendo de esta manera a un descuento en compras futuras. Ello a su vez implica un ahorro en el costo de producción. Por ejemplo, un frasco de 365 centímetros cúbicos que se recicla representa un ahorro de 20 pesos para el productor.
De esta manera, “el consumidor tiene la oportunidad de un pequeño ahorro por un producto que ya pagó. Y aportamos a no seguir sumando residuos urbanos a los contenedores. Es por ello que esta campaña nos llena de orgullo”, dijo Luchini y detalló que en promedio, en el mercado se reciben y reutilizan aproximadamente 500 frascos y botellas por mes. “Obviamente para la cantidad de frascos y botellas que circulan en Rosario es una cifra de poca significación, pero nos da la pauta de qué pasaría si otras organizaciones llevaran adelante este tipo de prácticas de manera continua, que es lo que hace a la riqueza, a nuestro entender”.
Y respecto de la economía solidaria, la referente de la cooperativa consideró que “todos los actores deberían estar comprometidos en llevar adelante determinados tipos de objetivos a través de prácticas”, como precisamente éste, de los frascos y botellas que vienen y van, que ya ha generado “un núcleo de consumidores fieles del mercado solidario y de la red que lo hacen de manera cotidiana”, apuntó.
Mariana Mazzufero, productora y presidenta de la cooperativa, comentó el alcance de otra campaña, “Bolsas que vienen y van”, vinculada a la reutilización de bolsas de plásticos, especialmente en el ámbito de “El trocadero va hasta tu casa”, que arrancó en 2016 y se consolidó con mucha demanda el año pasado.
“Desde enero arrancamos con la reutilización de bolsas de verdulería en articulación con productores de verduras de Soldini. Permite pensar que esa bolsa que va y viene con verdura genera un compromiso con ese consumo”, remarcó. De todas maneras, el objetivo es ya no usar más plástico en la red este año y “en el almacén ya lo estamos aplicando. Nuestro interés es pensar un mundo más vivible para todos, Lo que hacemos es con calidad social y ambiental, por la presentación de los productos y con sustentabilidad”, concluyó Mazzufero.
Al punto de venta
Martín Montiel, referente del Encuentro de Productores Rurales, contó la experiencia de la Granja La Carolina, en Piñero, que promueve la agricultura familiar, la economía solidaria en el marco de la Red del Comercio Justo del Litoral, y que ofrece sus productos en un punto de venta estratégico entre varias localidades.
“Nuestra producción es agroecológica. Somos familias productoras y militantes por la lucha socioambiental, contra un devastador modelo de producción que envenena y empobrece, basado en tecnología, siembra directa, transgénesis de semillas y agrotóxicos”, sentenció el productor.
Según Montiel, “hay un nivel de politización del consumo. Desde la militancia socioambiental y de la economía solidaria entendemos que ahí no hay una distancia sino un vínculo fundamental. Y que no hay manera de sostener o pensar un cambio del modelo sin pensar en el consumo, que es el que va a impulsar, traccionar sobre los modelos masivos de producción”.
En ese sentido, el productor comentó la experiencia de La Carolina, que arrancó justo antes de la llegada de la cuarentena dura, el año pasado, con la instalación los sábados de un punto de venta, un nodo, a la altura del kilómetro 6 de la ruta 18 (continuación de Ovidio Lagos), del que se surten unas 130 familias mensualmente de localidades como Coronel Domínguez, Pueblo Esther, Álvarez y de la zona sur de Rosario, entre otros.
“El puerta a puerta es un desafío. Esa posibilidad no la tenemos frente a los costos que implica y al desarrollo de las aplicaciones de delivery. Y nos costó varios meses poder generar esta lógica de que es la familia consumidora la que tiene que acercarse”, indicó.
Y describió: “Es paradójico, porque así fue toda la vida. Debemos entender que necesitamos este nivel de organización para transformar el consumo y generar cambios en los modelos de producción”, reflexionó Montiel.
Plásticos
“Hay una cuestión central que tiene que ver con el consumo y es que lo que consumimos no lo hacemos espontáneamente, sino que hay una demanda fabricada. Y la problemática de los residuos está vinculada a ello”, señaló Mirko Moskat, referente del Taller Ecologista.
“Se considera que el consumo genera crecimiento. En sus orígenes, en los países centrales había un aumento enorme de la productividad y necesidad de que las personas consumieran esos productos, que hoy tienen un diseño con obsolescencica planificada. Se hace hincapié en lo subjetivo para que cada vez compremos más. Descartamos cosas que son útiles sólo por reemplazarlas por algo más nuevo”, planteó.
En este contexto, la publicidad y los envases “tienen una función que va más allá de la propia preservación del producto. Hay una creciente concentración empresarial y una distancia entre productor y consumidor con intermediación. Entonces todo esto requiere mayor utilización de envases y embalajes para que lleguen sanos y salvos”.
Aquí es donde entra en juego la industria hidrocarburífera, porque “los plásticos son derivados del petróleo y del gas. En los últimos diez años esta industria está impulsando a la expansión de la producción de plásticos por el fracking, que tiene dificultades para ser rentable y a ello se suma que se utilice cada vez menos petróleo y gas para la generación de energía”, explicó Moskat.
De allí que “hoy en día hay una convergencia entre empresas de petróleo y de gas y empresas de producción de resinas de plásticos que están traccionando para la producción de más plásticos a partir de los productos que se extraen del fraking, como una manera de hacerlo más rentable”.
“Estos aspectos dan cuenta de cómo la problemática de los plásticos son centrales para comprender cuestiones de lo económico y cómo de algún modo el capitalismo depende de esos plásticos, que a su vez deriva en que cada vez tengamos más residuos y un consecuente impacto ambiental”, dijo.
Desde el Taller Ecologista se trabaja en la promoción de estrategias locales del reducción del uso de descartables, a través del incentivo de políticas públicas tendientes a la restricción del uso de manera paulatina y mediante un trabajo con comercios y productores, de manera que puedan desarrollar distintas estrategias para reducir el uso de descartables.
También a nivel nacional la organización pide una ley de envases que siente responsabilidad en las empresas respecto de los residuos que generan sus productos y a su vez la incentive a modificar la forma de venderlos, tendiendo a lo retornable.