Si bien la Tuberculosis bovina es una de las zoonosis más antiguas que históricamente, en mayor o menor medida, estuvo presente en los rodeos lecheros del país y de la provincia de Santa Fe, comenzó a circular en los ambientes productivos y técnicos de la cuenca lechera, la sospecha de una proliferación de casos positivos que no son declarados y atendidos debidamente, sembrando una duda en torno al verdadero estatus sanitario de la actividad.
Aparece la tuberculosis en el ranking de preocupaciones lecheras
Así lo manifestaron desde la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe en torno a una sospecha que crece entre los mismos productores pero que, por cuestiones obvias, no cuenta aún con zonas identificadas o nombres y apellidos en lo testimonial.
¿Se denuncian todos los casos? ¿Está realmente la lechería santafesina exenta de encender una alarma en este sentido? ¿Se procede a descartar el lote infectado tal como lo establece la normativa vigente de Senasa? ¿Están funcionando bien las auditorias técnicas sanitarias de la provincia y la Nación?
Todas estas preguntas culminan en respuestas ambiguas que hacen crecer el rumor de que existiría una nociva complicidad en un tema sumamente delicado.
La preocupación de quienes hacen bien las cosas
Son muchas las enfermedades e infecciones a las que están expuestas las vacas lecheras de la provincia, pero la Tuberculosis bovina despierta la preocupación de aquellos productores que intentan hacer las cosas bien y observan que existe una relajación generalizada en torno a su control o erradicación.
“Entre colegas, vemos que se agravó la incidencia de tuberculosis en los rodeos comerciales de nuestra cuenca; tenemos que tomar conciencia no sólo los productores sino los veterinarios que realizan los muestreos, ya que ante la existencia de casos positivos en el rodeo, el productor se compromete ante el veterinario a mandar al frigorífico los animales infectados y el profesional firma el acta de libre de enfermedad, cuando en realidad el tambo no lo está. Puede sonar duro pero es una realidad. Hay una especie de complicidad entre técnicos y productores que reviste gravedad al asunto”, denunció Fernando Córdoba, directivo de la entidad que representa a los tamberos de Santa Fe.
“Hay que ser serios y trabajar con gran responsabilidad; ni hablar de aquellas ferias que comercializan esa hacienda con falsos negativos, cuando en realidad deberían tener destino directo de faena”, agregó el productor clucellense con asiento en Rafaela. “Y esto se conecta con otro problema, y es que si se debieran mandar a frigorífico todas las vacas infectadas, se produciría una desinversión masiva que mermaría considerablemente la producción diaria, afectando a todo el sistema”, alerta quien hoy es secretario de la entidad de tamberos.
Cómo se controla desde la provincia
Desde la Dirección de Lechería de Santa Fe, explican que la provincia cuenta con un sistema sanitario para Brucelosis y Tuberculosis, en conjunto con el colegio de Veterinarios, que lleva vigente más de 18 años, bajo convenio con Senasa -desde donde se hacen las certificaciones-. “Por un lado, está la parte legal que exige la provincia con certificación de establecimiento 'Libre' para la leche que se comercializa a las industrias, algo que es obligatorio en todo tipo de remates de reproductores (vaquillonas y toros)”, informó el titular del área, Dr. Abel Zenklusen.
Según el funcionario, alrededor del 92% de los tambos de la provincia poseen el estatus de “libres de Tuberculosis”, mientras que el resto son tambos que se encuentran en el terreno de la informalidad, “para cuyos casos estamos trabajando para incorporarlos al sistema”.
Pero hay un aspecto técnico productivo, que tiene que ver con la incidencia de la enfermedad dentro de cada establecimiento, porque nadie está exento de infecciones aisladas dentro del rodeo. Según la provincia, para monitorear estas situaciones, se establecieron las auditorías que por resolución oficial realiza el Ministerio de la Producción al azar en la nómina de tambos certificados como “libres”. En este punto, Zenklusen reconoció que “existe un leve incremento de casos positivos detectados en estas auditorías”, que se realizan entre tres y cuatros veces al mes con un equipo técnico del área que él conduce.
Pero los testeos que se realizan para detectar la tuberculosis, la tuberculínica (o PPD - derivado proteico purificado- mediante prueba cutánea intradermorreacción), a pesar de que “anda muy bien y hace muchos años que se usa, ratificada por la COPROSA como la única prueba aceptada por Senasa en forma oficial, es cierto que tiene un determinado porcentaje de falsos negativos”, admitió Zenklusen (hasta de un 20% según fuentes confiables del sector comercial). “Esto puede poner en una línea a un tambo que tiene certificado, cuando en realidad hay alguna vaca portadora que puede complicar”.
Preocupados y ocupados
El director provincial de Lechería es experto en la materia porque en su función privada como médico veterinario sanitarista y asesor del INTA, trabajó en estos temas, además de ser productor tambero de toda la vida en su distrito de Villa San José. “Es una enfermedad muy compleja, porque en los últimos tiempos se intensificó el hacinamiento de vacas en los tambos, y al ser de amplia difusión aerógena y transmitirse también por leche, para un tambo se torna muy complejo controlarla así haya solo una vaca dentro del rodeo”, explicó Zenklusen.
“Por eso tomamos la decisión de aumentar las auditorías e intensificar los controles en más tambos, y a los que se les caiga temporalmente la certificación, porque deberán pasar a saneamiento, podrán después volver en menos de un año a obtener el estatus, siempre y cuando se alcancen las tres reacciones negativas de tuberculina (que se pueden realizar cada 60 días)”, indicó Zenklusen.
Al respecto, adelantó que desde la semana que viene, comienzan las capacitaciones y charlas sobre el tema en distintas cuencas lecheras de la provincia. La primera de ellas se realizará en la Rural de Rafaela el jueves 5 de mayo con la presencia de Ana Canal y Alejandro Abdala, dos expertos que darán recomendaciones a los productores y técnicos.
“Sabemos que nuestra responsabilidad es la de vigilar y velar por los certificados libres de la provincia, junto al Colegio de Veterinarios, porque tenemos que estar a la altura de las circunstancias en esta enfermedad –apuntó el funcionario-. Pero también queremos acompañar al productor para que, si se cae por un tiempo el certificado de libre, pueda ponerse en carrera rápidamente con un asesoramiento adecuado, porque en algunos lugares vemos que la situación está empeorando”, admitió.
En el plano técnico reconocen el problema
El Dr. Alejandro Abdala es referente del área de Sanidad Animal, del INTA Rafaela, que estudia la Tuberculosis y ofrece servicios técnicos al respecto. Consultado sobre la temática, Abdala indicó que “esta enfermedad estuvo desde siempre en los rodeos lecheros, con mayor o menor presencia de acuerdo a la intensidad de los planes oficiales que se aplicaron a lo largo de los años y de acuerdo al compromiso con que los productores, veterinarios y funcionarios intentaron controlarla”.
“Se sabe que los rodeos lecheros tienen mayor índice de infección que los rodeos de cría a causa del sistema intensivo que favorece el contagio de la enfermedad”, explicó Abdala, y enfatizó en que “por ser una zoonosis (que pasa de los animales al hombre) es prioritario vigilarla y controlarla”, aunque admitió no tener datos actualizados de la prevalencia o porcentajes de infección en rodeos del área de influencia de la experimental.
Cabe mencionar que esta micobacteria se transmite a la leche cruda y por esta razón es obligatoria la pasteurización antes de su consumo humano, incluso en los tambos mismos a los terneros ya se les suministra la materia prima con este proceso previo.
Abdala informó que “es obligación cumplir con la normativa vigente, según Resolución 128 del Senasa del año 2012, por la cual se estipula que los rodeos lecheros deben realizar la prueba de tuberculina anocaudal y buscar certificar que el establecimiento se encuentren ‘libre’, lo cual es particularmente difícil en las condiciones de Argentina”, reconoció el experto del INTA.
“La mayoría de los productores tienden a lograr ese objetivo pero casi nunca lo alcanzan efectivamente, debido a que es una enfermedad muy compleja de controlar y se termina convirtiendo en una cuestión voluntaria más que obligatoria”.
Y agregó: “no todos los productores mandan al frigorífico los animales que dieron positivos en la tuberculina (con su correspondiente certificado de reaccionante positivo), que por otra parte, no posee síntomas clínicos, como sí sucede con la Brucelosis”, por lo que los animales a simple vista se encuentran saludables. “Entonces pasa que muchos productores que hacen el chequeo de tuberculina con su veterinario acreditado, generalmente se termina enviando a feria y fin del asunto”, subrayó Abdala.
Se infiere que erradicar la enfermedad es prácticamente imposible, porque al ser una enfermedad que pasa a otros animales de diferentes especies, su control se torna multicausal. Con ese objetivo, el INTA Rafaela realizó un estudio en 2012 sobre la infección en fauna autóctona silvestre para detectar si esta bacteria podía retornar a los bovinos proveniente de otras especies que conviven en los tambos.
Dicho estudio permitió conocer que tres especies portaban la micobacteria que produce la Tuberculosis bovina (mycobacterium bovis): la rata, la comadreja y el zorro, pero “ninguna de las tres implicaba riesgo de convertirse en reservorio silvestre de la enfermedad, sino que se presumió que se contagiaron como animales carroñeros pero sin peligro de que sean vehículo de retorno al rodeo bovino”, explicó Abdala. Algo que sí sucedió en otros países productores como Nueva Zelanda o Gran Bretaña.
Sin novedades desde la feria
Desde una importante consignataria de hacienda que lidera el negocio de los remates Holando en la provincia, comentaron que en la cuenca lechera central el 100% de sus remitentes son “oficialmente libres de tuberculosis”, porque aparte “es la exigencia que manejamos en virtud de la normativa vigente de Senasa”. A eso “se le suma un protocolo de garantía que adicionamos cuando la última tuberculina se realizó dentro de los 30 días del remate, para que cuando se cumplan los 60 días y el comprador quiera realizar otra, esté vigente la garantía”.
Desde esta casa de remates aseguraron que muchas veces el test falla y arroja un resultado falso negativo, y en ese caso el vendedor se hace cargo. Sin embargo, reconocieron que en los últimos tiempos se detectaron casos positivos desde los tambos remitentes pero antes de que lleguen a la feria, y de aquellos casos “falsos negativos” que motivaron algún reclamo por parte del comprador no representan un volumen significativo, ya que apenas el 1% del total de vaquillonas vendidas en el último año tuvo como causa la Tuberculosis.