El arroz es uno de los cereales más importantes en todo el mundo. En la Argentina, el cultivo se concentra en la Mesopotamia y ocupa una superficie implantada estable hace 3 décadas. Sin embargo, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) señaló que dentro de la producción de arroz ocurrieron cambios importantes. En 1990, los productores eran 600, y hoy, solo 170. Los molinos arroceros tomaron cada vez más relevancia en el sector y diversificaron la oferta de los productos a base del cereal, como alfajores, snacks o galletitas. El trabajo indica que el alto costo del abastecimiento de agua fue uno de los impulsores principales del cambio y, a la vez, busca entender cómo las diferentes políticas públicas afectan a la actividad, en miras de contribuir a su desarrollo.
Los productores de arroz se redujeron 70% en las últimas tres décadas
“El arroz es uno de los cultivos que más se produce y se consume a nivel global. Al año, cada persona come en promedio casi 55 kg. En comparación con estos valores, el mercado argentino del cultivo es pequeño —10 kg por habitante y por año— y relativamente estable”, contó Gustavo Mozeris, profesor de la cátedra de Sistemas Agroalimentarios de la FAUBA.
“Hoy, casi el 80% de la producción se concentra en la Mesopotamia —47% en Corrientes y 31% en Entre Ríos— ya que requiere una gran disponibilidad de agua. Desde hace 30 años se siembran unas 200 mil hectáreas, que rinden entre 1,1 y 1,5 millones de toneladas del cereal. Sin embargo, en los últimos 10 años ocurrieron cambios dentro del sector, cuyo principal determinante fue el manejo del agua”.
“En 1990, los productores eran cerca de 600, y en la actualidad son 170. A su vez, la superficie implantada se concentró; hoy, el 10% de los productores más grandes producen casi el 70% del arroz del país”, destacó Gustavo.
El arroz requiere una lámina de agua de entre 5 y 10 cm sobre el suelo. Como hay que inundar varias hectáreas, el manejo del agua tiene costos altos. En este contexto, muchos productores de arroz se cambiaron a cultivos como la soja o el maíz, que requieren mucha menos agua, y otros alquilaron sus campos a productores arroceros más grandes, con más ‘espalda’ económica, como los molinos arroceros.
Mozeris afirmó que, entonces, los molinos tomaron más protagonismo. “Incorporaron las hectáreas que dejaron los productores, empezaron a producir su propio arroz y diversificaron el mercado interno. Buscaron agregar valor a su producción e introdujeron productos a base de arroz, como galletas infladas, alfajores y snacks, entre otros”.
El agua como motor
Por otro lado, Mozeris contó que las explotaciones de Entre Ríos se comenzaron a desplazar hacia el norte de la provincia y a Corrientes en función del abastecimiento de agua. “Para el cultivo, este recurso se puede conseguir de distintas maneras. Por ejemplo, a partir de pozos de más o menos 100 metros de profundidad, de agua superficial de ríos y arroyos, y de represas que la juntan y redistribuyen”.
Cada modalidad se lleva adelante en zonas muy definidas en Entre Ríos. “Los pozos, en el centro de la provincia, y el abastecimiento por ríos, arroyos y represas, en el norte. En los últimos años se redujo la superficie irrigada o por suministro de pozo y aumentó la superficie bajo represa y por suministro superficial. El cambio se asoció al costo de extraer el agua, ya que realizar la perforación y mantener el pozo es muy costoso”.
Mozeris aclaró que el abastecimiento de agua también varía en función de las sequías. “Cuando hay bajo nivel de agua, se reduce la superficie que se alimenta de ríos, arroyos y represas, y aumentan las áreas bajo pozo profundo. El costo del agua es clave para entender la actividad”.
Desarrollo territorial
Gustavo reflexionó sobre los recientes cambios en el sector: “Por un lado, la concentración de la superficie arrocera produjo una mayor oferta de marcas y de variedades de productos, pero por otro lado, sacó personas del territorio. Por esto, desde la FAUBA se busca conocer qué valor se le asigna al agua en la producción de arroz en particular, y entender el sistema arrocero de manera integral”.
“Entre otras cuestiones, queremos analizar de qué manera medidas como las retenciones o el cierre de exportaciones afectan a la industria, a los productores y a la exportación de arroz. En este sentido, tratamos de entender cómo los productores arroceros toman decisiones a partir de sus costos, de las tecnologías y del precio de otros cultivos. Así podríamos proponer acciones para aportar al desarrollo territorial de la Argentina”, cerró.