En 2021, la biotecnológica rosarina Bioceres comenzaba a cotizar en el índice Nasdaq de Wall Street. A esa cumbre llegó tras una extensa historia que comenzó en el convulsionado 2001, cuando 23 productores agropecuarios, inspirados por Víctor Trucco, decidieron invertir en el terreno de la ciencia. Hoy es una de las empresas emblemáticas del país, con más de 600 patentes y presencia en más de 30 países. Esta semana cumple 23 años.
De La Siberia al Nasdaq: la biotecnológica Bioceres cumple 23 años
La historia de Bioceres comenzó en el convulsionado 2001, cuando 23 productores agropecuarios, inspirados por Víctor Trucco, decidieron invertir en el terreno de la ciencia
Bioceres es un grupo que se dedica a invertir en empresas de base científica ofreciendo soluciones para mejorar la vida de los seres humanos y del planeta. Dos de sus empresas están listadas en Nasdaq: Bioceres Crop Solutions, empresa de biotecnología primera a nivel mundial en desarrollar cultivos de soja y trigo tolerantes a la sequía; y Moolec Science, precursora en modificaciones genéticas de la soja para producir proteína de cerdo.
La inversión de los productores
Su apuesta a la ciencia y la tecnología en la primera década del siglo XXI, que incluyó una mirada estratégica respecto de la interacción con el sector público, la convirtió en un ícono de las capacidades del empresariado argentino. Su mayor hito fue el desarrollo, a partir de un logro de investigadores del Conicet, de cultivos transgénicos tolerantes a sequía y salinidad. Así entró en las grandes ligas de la biotecnología, donde dominan las grandes multinacionales.
El gen HB4 fue aislado por la investigadora del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) Raquel Chan y luego incorporado al trigo y la soja.
Durante quince años, Chan y su equipo se propusieron estudiar cómo las plantas se adaptan al medio ambiente. El primer descubrimiento, en 2001, fue un gen del girasol que confiere tolerancia al estrés por sequía. En 2004 el Conicet y la UNL patentaron esa construcción genética y lo licenciaron a Bioceres, conformando una alianza pública privada exitosa. En 2012 el equipo de investigación oficial logró repercusión internacional al desarrollar la tecnología HB4, la primera transgénica desarrollada íntegramente en Argentina.
El convenio de vinculación que permitió introducir el evento aislado por Chan en trigo y soja fue la plataforma de arranque y emblema reputacional de Bioceres, que hoy cuenta con una cartera de productos y servicios enormemente diversificada.
En su recorrido, fue tejiendo asociaciones con empresas de todo el mundo, adquiriendo firmas y desarrollando un abanico de spin off que piden pista para convertirse en nuevos unicornios. Su plataforma de innovación, el Instituto de Agrobiotecnología de Rosario (Indear), es el principal polo de investigación de América latina en ese rubro. Está ubicado en La Siberia, junto a los institutos del del Conicet.
En 2021, la compañía firmó un convenio con el gobierno provincial para crear del SF 500, un fondo para apoyar a emprendedores de base científico tecnológica.
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El economista Roberto Bisang acuñó el concepto de biodesarrollismo para explicar cómo la bioeconomía puede convertirse en el modelo el desarrollo de la Argentina. Es una tarea, indudablemente, que requiere de la asociación público privada, y que demanda la preservación del recurso científico. “Si seguimos entendiendo al gasto en ciencia y tecnología como gasto no tenemos futuro. Si en cambio lo vemos como una inversión, vamos a ver que es lo que más efecto multiplicador tiene”, señaló Federico Trucco, CEO de Bioceres, durante una entrevista con Agroclave en 2019.