Luego de una larga década de investigación y desarrollo, el trigo modificado genéticamente HB4 ya muestra resultados concretos luego de analizar tres campañas específicas en el campo, en decenas de lotes que van desde el corazón de la zona núcleo, a las zonas más secas del oeste pampeano y del sur de la provincia de Buenos Aires, entre otras. En promedio, el nuevo producto genéticamente modificado mejora la productividad en un 30 por ciento.
Con el trigo HB4 se logró un aumento mayor al 30% de la productividad
Por Rodolfo Montes
Bioceres. La biotecnológica rosarina presentó en Buenos Aires los resultados del trigo HB4.
La compañía Bioceres, nacida en Rosario y hoy expandida al mundo, es la creadora del HB4, una semilla de trigo genéticamente modificada a partir de otra especie también muy extendida en el campo argentino: el girasol; que cuenta, entre otras virtudes, con mayor resistencia a la escasez de agua. Al cabo, el corazón del problema de los cultivos en el planeta.
El desarrollo del nuevo producto transgénico de trigo, HB4, base para la producción del pan de mesa, estratégico y sensible para seguridad alimentaria del mundo entero y culturalmente muy arraigado en la Argentina, contó con el apoyo de organismos científicos estatales como el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral, entre otros. Y obtuvo las aprobaciones y licencias necesarias para su producción y consumo.
El viernes, Brasil, el principal importador de trigo de la Argentina, aprobó el HB4 para cultivo, producción y comercialización. El regulador del país vecino ya había aprobado su uso para harina, pero ahora la extendió a todo el proceso. El paso es estratégico porque despeja totalmente el panorama para la comercialización.
De 20 millones de toneladas de trigo que produce la Argentina en campañas promedio, un 60% se aplica al consumo interno, y el restante 40% se exporta. De ese 40%, la mitad la compra Brasil. En exportación de granos y harinas de trigo, Brasil representa cerca del 50%.
El gigante sudamericano se convirtió en el segundo país del mundo en permitir la siembra de este tipo de cultivo. Un dato no menor ya que entre ambos países concentran el 90% de la superficie triguera en América latina.
En la actualidad, en la provincia de Santa Fe, ya opera con el HB4 el molino harinero de trigo, “Esmeralda”. En una presentación para la prensa que propició Bioceres, el panel “Zoom in HB4”, en la ciudad de Buenos Aires y con la presencia de Agroclave, su socio gerente, Agustín Forzani, explicó: “Estamos creciendo, trabajando sin problemas, el HB4 ya se consume en la Argentina y no vemos rechazo de los productores, comercializadores ni consumidores”.
En la presentación de Bioceres en un hotel del barrio de la Recoleta porteña, Alexandre García (de origen brasilero), director Mánager de Bioceres, explicó: “la misión del HB4 es aumentar la producción por su mejor resistencia a la sequía, y reducir el uso de agua y agroquímicos”.
“Las distintas experiencias a campo que hemos realizado así lo demuestran”, señaló y aclaró que la semilla modificada mejora la resistencia a la sequía, pero no resiste indefinidamente a la falta de agua, como tampoco, por caso, a las heladas, sobre todo aquellas que pueden ocurrir en momentos inesperados.
Experiencia en primera persona
Por su parte, el productor de la ciudad de Coronel Dorrego, sudeste bonaerense, Guillermo Irastorza, definió en la jornada de presentación luego de un período de investigación de “identidad reservada” en el campo: “la nueva semilla es un viaje de ida”. De una familia con 100 años tradición productora en los mismos campos, Irastorza contó la realidad de su zona, los escasos 600 milímetros anuales de lluvia y la poca “profundidad” del suelo (parte fértil de la tierra, por sobre el basamento de formaciones rocosas muy antiguas), y que, sin embargo, obtuvo producciones de entre 1.200 y 1.800 kilos por hectárea, un promedio muy valioso, que incluso supera medias internacionales como el caso de Australia, que ronda los 1.250 kilos.
Por lo demás, Bioceres no desconoce que hay un debate en el mundo entero sobre el desarrollo de semillas transgénicas, que encuentran resistencia en sectores de consumidores y también entre los productores tradicionales. “Creemos que la discusión con las personas que están en contra del desarrollo de organismos genéticamente modificados apunta a todos los cultivos y no al trigo en particular. Soja, maíz, trigo, arroz, algodón y otros”, explicó Martín Mariani Ventura, ingeniero, rosarino y funcionario de Bioceres.
La compañía entiende que el problema de ese debate que efectivamente circula en la conversación pública y mediática, radica en la desinformación técnica. “Lo que proponemos permite una reducción en el uso de agroquímicos, recursos como el agua, que, a menos aplicaciones de insecticidas, menos agua; mayor productividad, menor huella de carbono, menos máquinas y menos consumo de combustible”, abundó Mariani Ventura.
Otras de las confusiones en el debate, entiende la compañía, es que se coloca el foco en el mal uso del agroquímico y no en el transgénico. El caso más conocido, como el glifosato para la soja transgénica, el principal problema no estaría en la soja sino en el mal uso del agroquímico.
Para ejemplificar, en la presentación del HB4 circuló la metáfora de un famoso aerosol insecticida, “raid”. Si se aplica en el piso, en los muebles, es un resultado. Pero si el perro tiene pulgas, y se le coloca el aerosol directo en el lomo al perro, y luego eso trae consecuencias negativas para el animal, ¿quién tiene la responsabilidad?, ¿Johnson y Johnson, el perro, o la persona que aplicó el raid?
La demonización
“Los cultivos genéticamente modificados están demonizados, y esto no tiene relación con el cultivo”, agregó. Al cabo, la pretensión de Bioceres es colocar al HB4 como “una herramienta más, no estamos creando la planta de plástico”. Ante una situación de stress, mejora el uso de los recursos, y produce más kilos, “no necesariamente nuestros cultivos HB4 van a lucir en el campo siempre como los mas vistosos, los más lindos. También dependerá en qué momento se observe la planta de trigo. Lo que cuenta al final es la productividad, que claramente vemos un diferencial promedio de alrededor de 30% arriba de los cultivos de trigo tradicional”, definieron.
A más de una década de trabajo investigativo, la etapa de mejoramiento de germoplasma del trigo modificado sigue en ajustes. Como toda tecnología, en su etapa inicial, tiene su dificultad para mejorar su background genético, según definen los expertos. La puesta en marcha del proyecto HB4 se inició entre los años 2009 y 2013, y una década después se encuentra en su tramo pre comercial.