La competitividad económica respecto de otros cultivos, un mejor escenario climático y un mercado favorable representarán el envión que necesitaba la soja para volver a despegar. En el ciclo 2023/24 se estima que la oleaginosa volverá a recuperar protagonismo en el planteo agrícola argentino. Con una superficie sembrada cercana a las 17,1 millones de hectáreas, que representa una expansión interanual del 5,6%, la producción llegaría a las 50 millones de toneladas, 29 millones más que en el crítico ciclo anterior, lo que significa un crecimiento de 138,1%.
La soja se pone al hombro el camino de la revancha
Los datos surgen de un informe de precampaña elaborado por Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), el cual indica que hay una sucesión de factores que “favorecería el aumento de la superficie destinada a soja”. En ese punto, ubica a los desafíos locales derivados de “una campaña previa que resultó en la pérdida del 40% de la producción agrícola provocado una disminución del 58% en el aporte económico del sector y dejando un notable deterioro financiero y económico”.
A esa razón se le suma además “la falta de claridad sobre el rumbo futuro de las políticas en medio de un año electoral, la evolución de las condiciones climáticas, una situación de mercado favorable a la oleaginosa hasta el momento y la incertidumbre en torno a la disponibilidad efectiva de fertilizantes”, que sumarían elementos para que el productor se incline por la soja.
El informe de BCBA comenzó el relevamiento de precampaña a partir de la primera semana de agosto y según los datos recopilados “se evidencia una tendencia positiva producto de diversos factores como: una mayor disponibilidad de superficie que no pudo ser utilizada para cultivos competidores, como trigo y girasol, así como una mejor competitividad respecto a otros cultivos de verano debido a una relación insumo/producto más favorable”, detalló.
Además, a pesar de un pronóstico irregular en cuanto a la distribución espacial de las lluvias, la esperanza de que el fenómeno El Niño finalmente se declare, “anticipa una paulatina recuperación de la humedad durante la ventana de siembra en las regiones primicia”, indicó el relevamiento, esto sumado a una normalización del régimen de lluvias estivales en línea con el promedio histórico o incluso levemente superior.
El único palo en la rueda para crecer en área podría darlo la disponibilidad de semillas que se vio considerablemente afectada por la sequía del ciclo anterior.
De este modo, la foto actual de 17,1 millones de hectáreas “refleja un aumento del 2,3 % en relación con el promedio de los últimos cinco años, e iguala la superficie de la campaña 2019/20, interrumpiendo la sucesión de ciclos de retracción de área del cultivo”, señala el informe de la entidad bursátil.
La foto previa también indica que habrá una recuperación del área de soja, principalmente en los planteos de primera. “Por un lado, la escasez de humedad durante el período de siembra de trigo, más acentuada sobre el margen oeste, no permitió cumplir con los planes de siembra, provocando una resignación de hectáreas en el sur de Córdoba, oeste de los núcleos norte y sur y norte de La Pampa - oeste de Buenos Aires”, detalló el informe. Luego, en el norte del área agrícola, “la escasez de lluvias durante julio, agosto y septiembre ha obstaculizado la siembra de girasol en el NEA y centro-norte de Santa Fe”.
Ambos escenarios liberaron hectáreas que podrán destinarse a la siembra de soja de primera.
Sumado a eso, “la alta inversión inicial que requiere el cultivo de maíz, precios relativos más favorables para soja y una mejor relación insumo-producto, ayudarían a explicar la expansión del cultivo frente al resto de las alternativas de verano”, agregó.
De todos modos, la posibilidad de alcanzar la superficie estimada estará sujeta a la disponibilidad de humedad superficial durante la ventana de siembra, con un pronóstico inicial de precipitaciones moderadas, que se espera aumenten hacia finales de la primavera.
“Esta expansión de área representaría un incremento interanual del 11 % a nivel nacional para los planteos de soja de primera, siendo el segundo año de expansión de los mismos, previendo una recuperación que podría ascender a los 12,6 millones de hectáreas de la campaña 2018/19”, puntualizó.
Por su parte, el centro-norte de Santa Fe, Entre Ríos y el centro de Buenos Aires, en donde la humedad a la siembra permitió cumplir con la superficie presupuestada de fina, serán las principales regiones sobre las cuales se podrán incrementar los planteos de segunda.
Sobre el resto de la región agrícola, principalmente sobre ambos núcleos y el norte de La Pampa-oeste de Buenos Aires, la retracción en el área del cereal de invierno fue la causante de una importante caída para el doble cultivo trigo/soja. Esto generaría una caída interanual del 5 % a nivel nacional para los planteos de segunda ocupación, alcanzando una retracción de 8 % si se lo compara con el promedio de las últimas cinco campañas.
De modo que “se estima que la superficie de soja de segunda podría ser la más baja de los últimos siete años, correspondiendo al 28 % del área de soja total proyectada para la campaña 2023/24”, aseveró la BCBA.
Aunque se presenta volátil, el escenario climático se prevé será más húmedo que el año pasado y permitirá que la oleaginosa pueda captar ese beneficio en su etapa de maduración.
Por otra parte, desde la Bolsa de Cereales señalaron que con el objetivo de examinar los incentivos económicos que influirán en las decisiones de los productores durante la próxima campaña agrícola 2023/2024 respecto al cultivo de soja es “fundamental contemplar una serie de variables que conforman el panorama actual”. Entre ellas, los precios de mercado, los costos de producción y el contexto local e internacional, que determinará los incentivos finales de los productores.
Explicó que a pesar de un balance global de soja más holgado en comparación con el año pasado, Estados Unidos presenta una situación diferente y la relación stock/consumo es la más baja en 8 años debido a una reducción del 7% en el área sembrada y una disminución de la producción en 10 millones de toneladas debido al clima adverso.
Por otro lado, se espera la segunda mayor producción de maíz en Estados Unidos, lo que mejoraría su relación stock/consumo del 12% al 18%.
Esto si bien se refleja con precios internacionales que muestran caídas en soja y maíz, “la oleaginosa se mantiene en valores más elevados”, aseguró. Así, en Chicago, mientras el cereal en el lapso julio septiembre maíz cayó 24% respecto al mismo periodo el año, la soja acumuló una baja del 7%. Aun así, aquí juega un papel clave el aumento fuerte de la oferta de Sudamérica en comparación con la campaña anterior, con Brasil llegando a un récord de producción de 163 millones de toneladas. Ese factor “podría presionar los precios en los próximos meses, aunque mucho dependerá del clima y la demanda china”, alertó la entidad.
No obstante, las cotizaciones de otros cultivos han bajado en una mayor proporción, volviéndose la soja más atractiva y competitiva frente al resto de las alternativas”, definió la BCBA, al precisar que “respecto al promedio de las últimas 5 campañas muestra una situación favorable para la soja en términos de precio”.
A la hora de mirar los costos de producción también la balanza se inclina hacia la oleaginosa. “Se observan movimientos heterogéneos respecto a los valores registrados el año pasado”, indicó el informe y detalló que en cuanto a los fertilizantes, tanto la urea como el fosfato diamónico, presentaron bajas del 30% con relación al período de pre-siembra del año pasado. En la misma línea, el glifosato y el gasoil cayeron de manera más significativa, alcanzando un 54% y 28% menos.
Por otra parte, otros insumos utilizados mayormente en otros planteos agrícolas, como la atrazina y la semilla de maíz, evidencian aumentos del 6% y 14% respecto al mismo período de la campaña anterior.
“A su vez, los recientes aumentos en los precios de los fertilizantes erosionaron parcialmente la mejora en la relación insumo-producto para aquellos planteos que requieren una mayor aplicación de tecnología, lo que genera una mayor necesidad de cantidad de granos para comprar la misma cantidad de insumos”, indicó el relevamiento.
Frente a este escenario “donde el precio de la soja no cayó en la misma proporción que el precio de sus insumos, se observa una mejora de la relación insumo-producto respecto a la campaña previa y al promedio de las últimas tres campañas”, aseguró la BCBA. Y con relación al ciclo anterior, “la relación mejora en un 21% en combustible, un 47% en herbicidas y un 22% para los fertilizantes, respectivamente”.
Con este escenario en puerta, la soja, especialmente la de primera que aporta mayores rindes, se vuelve a transformar en una opción atractiva y rentable para el productor argentino.