Luego de tres Niñas consecutivas y 50 días de sequía brutal, el agua volvió a la región pampeana. “La peor sequía en los últimos 60 años llegó a su fin, el último día del verano fue el primer día de un nuevo libreto para el clima argentino”, sentenciaron los expertos de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), en un reporte difundido esta semana.
Con el regreso de las lluvias ya se mide la próxima siembra
El centro de alta presión que venía limitando el desarrollo de tormentas desde el centro este del país se desplazó. Y las lluvias volvieron y dejaron buena cobertura y acumulados importantes en el centro de la región pampeana: el 85 % de Córdoba, 95% de Santa Fe y el 100% de Entre Ríos con lluvias de más de 50 mm.
Santa Fe, una de las más castigadas por la falta de agua, recibió la mayor carga: un 20% de su superficie superó los 125 mm.
Como se sabe, poco sirven estas lluvias para recuperar lo que se perdió por la sequía y la ola de calor en esta campaña. En el mejor de los casos, permiten poner un piso a la caída.
Las cosechadoras se encuentran con panoramas desoladores. El Servicio de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Santa Fe y el Ministerio de Producción de la provincia reportaron que en el centro norte santafesino comenzó la recolección de soja de primera con “magros resultados”. Se trata de rendimientos de entre 4 y 5 quintales de promedio, entre cuatro y cinco veces inferiores respecto del comienzo de la cosecha de la temporada anterior.
En la zona núcleo se comenzó a trillar más temprano de lo previsto, con rindes incluso menores a los esperados en promedio de 15 qq/ha, y con mucho problema de calidad, puntualmente granos verdes, que complican la industrialización del poroto. “El daño es mayor al 60%, para mejorar la calidad de un camión de soja de esta campaña están requiriendo ocho camiones de soja vieja de buena calidad”, señalan los ingenieros a la GEA.
El mismo servicio de estimaciones reporta que las cosechadoras entran en los lotes y salen con menos quintales de lo que se esperan. Si bien hay sectores puntuales con buenos resultados, en general se observa una caída de 5 a 10 qq/ha en soja de primera. En General Pinto lo explican así: “Colapsó el rinde, es menos de lo esperado”.
La Bolsa de Rosario alertó que, si esta tendencia se afirma, habría un cuarto recorte de estimaciones para la región núcleo. En los tres episodios anteriores, se pasó de esperar 19,7 millones de toneladas a 4,5 millones de toneladas.
Perdido lo perdido, las lluvias del otoño son claves para planificar la próxima campaña, en la que el sector va por la revancha.
“Tener lluvias normales en este otoño es clave para la campaña fina y también para la gruesa 2023/24 en Argentina”, señalaron desde la GEA. Recordaron que el año pasado, el trigo comenzó a sembrarse en la región pampeana en medio del otoño más seco de los últimos 35 años.
Por esto, comenzar con lluvias tan importantes como las de los últimos días es una señal fundamental para el próximo ciclo de trigo. Al respecto, el consultor Elorriaga explicó: “No se puede garantizar que en un corto plazo se logren los elevados valores que requieren los perfiles para compensar tres años Niña pero los condicionantes de escala regional han cambiado positivamente, favoreciendo el tránsito hacia un otoño con lluvias normales”. El doctor en Ciencias Atmosféricas, José Luis Aiello, agregó que de este escenario depende también la próxima gruesa porque “en los últimos tres años se acumuló un déficit equivalente casi al total de lluvia de un año completo, cerca de 950 milímetros”.
Desde el 19 de marzo la región recibió en promedio 73 mm. Rosario marcó 118 mm y Colonia Almada, 113 mm. El 80% de la zona núcleo registró valores que superaron los 50 mm, aunque el noreste bonaerense sigue seco.
Con las lluvias de regreso, el desafío es recuperar la liquidez necesaria para afrontar la nueva campaña. Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, explicó que existen “muchas señales” de que el mercado espera otro dólar soja: “roleo de embarques de maíz, atraso en ventas de productores, y necesidad de parte del gobierno”.
Desde Washington, donde se reunió con la número dos del Fondo Monetario, el ministro de Economía, Sergio Massa, adelantó que instrumentará un “dólar agro” que sumará a la tercera edición del tipo de cambio diferencial para la soja, una cotización especial para economías regionales. Esperan acelerar liquidaciones por u$s 15 mil millones en el segundo y tercer trimestre.
En este juego de necesidades anida el futuro del sector. “De contar con humedad, se espera una fuerte apuesta por el trigo, repitiendo o quizás con alguna mejora de área”, señaló Romano. Las regiones que ya acumularon más de 100 mm están viendo esto con buenos ojos. El problema, alertó, es que, “si bien el costo de fertilizantes y otros insumos bajó sensiblemente, la disponibilidad de semilla puede ser una complicación”. Por otra parte, hay temor de exponer el capital de trabajo remanente, o el crédito, en “una apuesta muy arriesgada”. Así es que muchos “probablemente traten de administrar la humedad para apuntar a una buena gruesa”.
Según la GEA, los productores con mayores intenciones de siembra son los que quedaron más “apretados” financieramente tras la sequía, porque “se les hace muy largo el año sin la siembra fina”. Serán claves la semilla, la lluvia y el acompañamiento de los proveedores con financiación. Los especialistas arrojan un dato de márgenes trigueros, para ir pensando: en campo propio, dejan una ganancia neta para el cereal u$s 103 por hectárea. En campo alquilado, el margen es negativo con u$s 149 por hectárea.
Por lo pronto, en un escenario internacional que se ha tornado bajista, los precios actuales “parecen altos”, por lo que el investigador de la Austral sugiere apovecharlos con ventas, tanto de la cosecha actual como de la nueva. “También pueden usarse put para poner pisos o call para que, si ocurre algo en el futuro, copiemos parte de la suba”.