Las inéditas lluvias de agosto dejaron un escenario “con grandes oportunidades pero también bajo grandes riesgos” en la región centrl agrícola. Así lo advirtió la Guía Estratégica para el Agro (GEA), que señaló que el arranque de los meses más lluviosos encuentra al 83% de los suelos saturados. Por otro lado, la condición del trigo sigue muy buena a excelente en el 80% del área sembrada.
El "cisne negro": ahora hay temor por el exceso de lluvias
Según la Guía Estratégica para el Agro, este agosto fue el más lluvioso en 30 años. La región núcleo arranca la temporada de precipitaciones con el 83% de los suelos saturados. El trigo, por ahora, presenta muy buen estado
El consultor explicó que el agro está en un contexto 100% diferente al de las últimas 4 Niñas cuando no había humedad en el sistema.
Desborde en el río Carcarañá. Las lluvias de agosto acumularon un nivel histórico.
“Cisne negro”. Así calificron los técnicos de Monte Maíz las lluvias récord de agosto, que culminó con registros de lluvias que no se daban en 90 años en la localidad. “Al principio, ese término parecía algo excesivo, ya que expresa un evento inesperado, muy raro y de altísimo impacto, pero realmente lo fue”, señalaron desde el servicio de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario.
La región núcleo recibió como promedio mensual de las 36 estaciones de la red GEA/BCR 193 mm, cuando la media histórica es de 30 mm. Este agosto fue el más lluvioso de los últimos 30 años, superando con margen al mismo mes del 2015. El valor más destacado fue el de María Teresa, con un acumulado de 344 mm. Chovet le siguió con 290 mm.
Llueve sobre mojado
El riesgo es que la región núcleo tiene un patrón climático en el que el invierno es la estación más seca del año. De oeste a este, las medias históricas son de 10 a 50 mm en junio, de 5 a 25 mm en julio y de 10 a 40 mm en agosto. Normalmente, los cultivos dependen del agua que deja el otoño y de las lluvias de primavera para “llenar el tanque”, o sea, los perfiles de los suelos. Esto permite afrontar el verano, cuando se da la mayor demanda de agua de los cultivos, en especial en los períodos críticos que definen los rindes del maíz y la soja.
Pero ahora, con suelos saturados en el primer metro y en profundidad, comienzan los meses más lluviosos del año. De oeste a este, hay un promedio de 30 a 75 mm en septiembre y, luego, en octubre, noviembre y diciembre las medias superan los 100 mm. A eso hay que sumar el contexto de un Pacífico en Neutralidad, pero con un Atlántico caliente que podría aportar todavía más humedad.
“Por eso hay incertidumbre y riesgos de no poder cumplir con la siembra temprana de maíz en septiembre, a no poder ingresar en lotes de trigo para controlar enfermedades por vía terrestre, a que se siga perdiendo nitrógeno por el efecto lavado, a que se sume más área de trigo perdida por anegamientos y a que las labores de recolección de la fina se complejicen”, explicaron desde la GEA.
Agregaron que las áreas menos vulnerables se recuestan sobre zona oeste, con menores lluvias anuales y una gran capacidad de drenaje, como se observó en los últimos días. “No queda casi agua, solo en las zonas bajas hay encharcamientos y signos de arrastre de rastrojo pero el agua prácticamente desapareció, incluso en localidades que recibieron los mayores acumulados como Cruz Alta”, aseveran en Corral de Bustos.
Hacia el este, en cambio, hay zonas que venían saturadas y estos nuevos milímetros aumentaron las superficies anegadas y el área sembrada con trigo que se perdería. “Hay muchos lotes nuevos anegados y comprometidos, los perfiles ya estaban recargados: dependemos de la evaporación”, aseguran en Carlos Pellegrini.
La zona de mayor gravedad se ubica de Junín hacia el sur. “Esperábamos 20 mm, que no hubieran cambiado demasiado el panorama, pero con 80 o 90 mm la situación se ha vuelto muy compleja”, dicen los técnicos. En trigo se suman nuevas áreas de anegamientos, que es posible que se pierdan. Respecto al maíz, “no se descarta que parte de la superficie deba reprogramarse hacia maíz tardío o incluso pasar a soja”. De Junín a Chacabuco hacia el sur, entre la ruta 7 y la ruta 5, el agua no escurre y se observa una situación muy difícil.
El trigo intacto
El lado buerno es que, a medida que drena el agua, los técnicos comentan que en gran parte de los lotes se mantiene la posibilidad de un alto techo productivo. En el sudeste de Córdoba, los trigos tienen una gran producción de macollos, con altas expectativas de supervivencia y rindes muy elevados. En el centro-sur de Santa Fe, como en María Susana, los técnicos destacan que los rindes pueden alcanzar 60 qq/ha, si no se registran heladas tardías.
A nivel regional, 25% del área con trigo se encuentra en excelentes condiciones; 55% en buenas condiciones y 17% bajo condiciones buenas. Un 3% del área se considera en condiciones regulares a malas por mantenerse bajo agua en sectores bajos. Esos últimos cuadros se consideran perdidos por asfixia radicular.
La presión de enfermedades en trigo aumenta ante la alta humedad ambiental y es necesaria la aplicación de fungicidas en el corto plazo. La falta de piso es un gran problema, ya que las demoras podrían agravar la situación. A esto se suma la fuerte pérdida de nitrógeno por lixiviación y desnitrificación lo que podría limitar el rinde del cereal. “El lavado de nitratos en trigo fue importante, pero los números no cierran para refertilizar”, señalan. Aparte, ya casi se está fuera de fechas para que la fertilización suba rindes. El 10% del cultivo está en encañazón y el resto en pleno macollaje.
Por otra parte, los excesos de agua demoran el inicio de la siembra de maíz, que se iba a iniciar la siembra de maíz, pero la falta de piso demandará entre 5 a 10 días, por lo menos, para volver a los lotes en la región.









