Con la tecnología al alcance de la mano, cada vez son más los productores y contratistas que recurren al manejo de datos para ganar rentabilidad y hacer que su actividad sea sustentable. Las herramientas están sobre la mesa. Se trata de animarse a utilizarlas. Desde Claas Argentina, con la participación de FieldView, organizaron “La revolución de los datos en la agricultura”, una jornada que mostró toda la película de la agricultura de precisión en la Argentina.
De la cosecha de granos a la cosecha de datos
El primer mapa de rendimiento de Latinoamérica fue presentado por el Inta Manfredi en 1995. Ese mismo año, la compañía Claas lanzó a nivel mundial la Lexion, la primera cosechadora inteligente con sistema de programación automática para la regulación de la cosecha de 24 granos diferentes. Esta máquina ya hablaba tres idiomas y contaba con mapa de rendimiento. Recién en el 2000, el GPS estuvo disponible para uso civil.
“Un mapa de rendimiento es una sucesión de puntos geoposicionados que muestran una escala de colores que indican patrones de comportamiento dentro del lote. Se usa para sacar conclusiones”, comenzó diciendo Juan Pablo Vélez, del Inta.
En 2007, la multinacional dedicada a la fabricación de maquinaria agrícola fue pionera al desarrollar para sus equipos el sistema de telemetría Telematics que aún hoy viene de serie en los equipos de la marca y permite seguir los datos de cosecha y de performance de la máquina en tiempo real desde cualquier dispositivo móvil.
“La tecnología para la transferencia de datos facilitó la disponibilidad de grandes cúmulos de información (Big Data) que nos permiten procesarla, detectar patrones y encontrar soluciones”, continuó Vélez para aclarar que, además, hoy incluso hay softwares gratuitos para interpretar los datos. “El desafío es entender la variabilidad de los ambientes para tomar decisiones de manejo. Tenemos máquinas cada vez más precisas, exactas y potentes. Son verdaderas generadoras de datos por metro cuadrado y también tienen la capacidad de dosificar insumos en esa escala”.
Vélez asegura que la verdadera fuerza de la agricultura digital está en incrementar el conocimiento. Pero no se agota ahí. Conocer más ayuda a mejorar el margen bruto del lote. Para confirmar esa idea, el técnico de INTA compartió con los participantes de la jornada dos números que resultaron reveladores: 86.69 U$S/ha es un margen bruto con dosis fija vs. 139.96 U$S/ha con dosis variable. En el mismo ambiente.
La máquina como usina
Tanto la rentabilidad como la sustentabilidad de la producción hoy están atadas al conocimiento que aportan los datos. “Argentina está primero en el ranking de máquinas equipadas con Telematics a nivel global”, disparó Reynaldo Postacchini, vicepresidente de Claas Argentina. Así como aquella primera Lexion lanzada en 1995 revolucionó la cosecha en el mundo, la nueva Lexion 7000-8000 presentada el año pasado volvió a marcar un horizonte nuevo.
“Hoy la máquina funciona sola”, dice Postacchini. Son más de 15 tecnologías agrupadas en el Cemos, el sistema de inteligencia artificial que le simplifica la vida al operario. Además de recoger y enviar todo tipo de datos en tiempo real, “la máquina se detiene o disminuye la velocidad frente a situaciones particulares como exceso de flujo de material, hace las regulaciones automáticas de los cóncavos en forma automática. Por ejemplo, si detecta un manchón verde demasiado grande se frena sola, detiene el cabezal, la descarga. Es la cosechadora más inteligente del mundo”, detalla.
Para Federico Sánchez (marketing táctico de Claas Argentina) hay una oportunidad en materia de picado. “Aproximadamente un 30% de la superficie que se trabaja con nuestras máquinas se mapea. Argentina pica más de 2 millones de hectáreas. 1,5 M son de maíz”, detalló. En la actividad de picado -donde el 90% de los usuarios son contratistas- la telemetría ayuda a eficientizar el servicio. “Hoy hay picadoras que trabajan con dos embolsadoras al mismo tiempo para optimizar los tiempos en campaña y picar más hectáreas”, apuntó. Tomar decisiones en tiempo real es algo invaluable. “La máquina permite leer la humedad de la materia seca en el momento y en base a eso se puede regular la altura de corte para llegar al 37% o 38% de MS. Son mucho más que datos. Es información para tomar decisiones en tiempo real. A nivel de rentabilidad permite bajar el costo operativo de la máquina y cuidar la calidad del proceso”, dijo Sánchez.
Para integrar datos
Matías Galetto y Lucas Dellamagiore pertenecen al equipo de FieldView, la plataforma digital global de uso de datos y herramientas de análisis perteneciente a The Climate Corporation, una compañía del grupo Bayer. “Fieldview integra todos los datos en un solo lugar. En tiempo real, mientras se realizan las labores, genera una libreta de campo - sin importar la marca de la máquina- y desde la plataforma hace una prescripción de densidad variable en maíz”, explicó Galetto y anunció que ya trabajan 6 millones de hectáreas. “La superficie se sextuplicó en el último año. Vemos que crece exponencialmente la cantidad de productores que se suman a la digitalización”, sostuvieron.
¿De quién son los datos? “Los datos que se ingresan a la plataforma son del productor, él decide compartirlos o no con otros productores”, especificó Dellamagiore.
En primera persona
Federico Moretti es veterinario y contratista de picado en Noetinger, Córdoba, desde hace 23 años. Tiene dos picadoras Jaguar -una 960 y otra 950-. Trabaja con ambas en forma sincronizada. “Fuimos siempre atrás de las novedades tecnológicas. Sumamos el servicio de datos para fidelizar al cliente”, comentó.
“Nuestros clientes, productores tamberos y de carne (feedloteros), en general tienen grandes extensiones y buscan ahorrar insumos con el manejo variable. Muchas veces ahí mismo, en el campo, vamos viendo a través del celular los datos de Telematics. Más que nada el rinde de materia verde, en base a lo cual el productor decide si tiene que picar más o menos”, dijo el contratista y aclaró que no cobran aparte por este servicio. Es una estrategia de fidelización.
Federico Castellaro es asesor de la empresa Gorgerino, productora y prestadora de servicios en Altos de Chipión, al sur de la Laguna Mar Chiquita, en Córdoba. DTienen un centro de operaciones desde donde manejan con precisión las actividades de servicios y producción en campos alquilados, con objetivos tan diversos como cría, feedlot, tambo y agricultura.
Los Gorgerino cosechan datos y tercerizan en la empresa Formagro su análisis. “Se cruzan los datos del monitor de rendimiento con los ensayos de materiales, densidades y fertilización. De ahí surge información para la producción y el manejo económico”, explicó Castellaro y aclara que les permite evaluar lo que vienen haciendo, si es rentable o no, y tomar decisiones. “Tenemos de 100 a 500 dólares de resultado operativo por hectárea. La agricultura de precisión es la administración de los recursos”, dijo.
Esta empresa ubicada en Altos de Chipión tiene dos cosechadoras Claas, una Lexion 750 y otra 780, y una picadora Jaguar 960. “Hacemos producción de forraje y de granos, maíces para cosecha para silaje, de primera, de segunda, silos de pasturas, sorgos, alfalfas, avena, trigo. Y todo eso en campos propios, alguilados, de clientes. Estas tecnologías ayudan a entender qué pasa”, remató Castellaro.
Iván Lubatti es productor de Oliva y usuario de FieldView. “Cuando comenzás a usar este tipo de tecnologías, no la abandonás más. Estas herramientas han simplificado enormemente la agricultura de precisión. En un par de minutos procesas la información, hacés la prescripción y el operario lo tiene en el lote. Hace 15 años era inimaginable”, dijo.
“La agricultura por sitio específica -donde ponés el recurso de acuerdo al ambiente- es mucho más sustentable que hacer una dosis fija en todo el lote. Los productores tenemos que usar más estas herramientas. A veces, por falta de tiempo, demandamos cosas que están pero no las usamos”, reflexionó el usuario de FieldView.
“Poder estar al mismo tiempo en varios lugares y corregir errores es un beneficio inimaginable tiempo atrás”, dijo el productor y aclaró que compartir experiencias y datos es parte de este proceso. “Estas tecnologías hacen un gran aporte a la sustentabilidad de nuestros sistemas. Nos están midiendo mucho más y ahora podemos demostrar que se pueden hacer las cosas de modo sustentable y con trazabilidad”, concluyó.