El gobierno nacional decidió el cierre de las exportaciones de carne por 30 días y justificó esta medida en la necesidad de “ordenar el mercado” y garantizar que los argentinos puedan acceder a los cortes más consumidos a un buen precio, un rubro que en el último año en la provincia de Santa Fe registró un aumento del 69,2%. La medida volvió a tensar la cuerda con el sector agropecuario, que rememoró la vieja disputa desatada por el mismo tema durante la gestión de Néstor Kirchner y lanzó un cese de comercialización hasta fin de mes, y con la industria frigorífica de menor escala, pero además, abrió una grieta al interior del oficialismo entre algunos referentes del Frente de Todos, como el gobernador Omar Perotti, quien tomó distancia del presidente Alberto Fernández y dijo que “la solución es aumentar la producción y no cerrar las exportaciones”.
La inflación y las tensiones en la cadena de la carne
Para frenar el impacto inflacionario de un producto clave de la canasta básica que convive con un nivel de pobreza del 42%, el gobierno nacional venía hace meses en conversaciones con el sector frigorífico exportador, nucleado en el poderoso consorcio ABC, que cuestionaban la informalidad y la evasión en la comercialización al exterior. En respuesta a esa demanda, planteó un cierre para “resolver ese comportamiento especulativo”, dijo el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en alusión a las industrias que “no estaban liquidando ni declarando exportaciones y haciendo un proceso de evasión”, en un proceso “concomitante con un aumento desmedido de los precio internos”, agregó.
Sin embargo, el consorcio no comulgó con las medidas y expresó en un comunicado que compartía los fines que persigue el gobierno, pero consideró que “las restricciones comunicadas en nada colaborarán para su alcance”.
También las críticas arreciaron de parte de las organizaciones que nuclean a los frigoríficos más chicos y consumeros como la Cámara de la Industria Cárnica de la Argentina (Ciccra). Su presidente, Miguel Schiaritti, planteó que “la medida carga de responsabilidad por la inflación a un sector que no es formador de precios, ni responsable de la suba constante de los mismos, sino una víctima más, como el resto de los sectores económicos del país y, sobre todo, los consumidores”.
“El gobierno golpea al sector que tiene en sus manos la posibilidad de abastecer mejor y a menor precio el mercado interno y al mundo con carne de calidad”, dijo el dirigente y recordó que en su versión anterior en 2006 “el cierre de exportaciones implicó la pérdida de 19.000 puestos de trabajo y la reducción del stock vacuno en 12.500.000 de cabezas, es decir del 20% del stock nacional”.
De hecho, esta semana varios frigoríficos, entre ellos Rafaela Alimentos en Casilda, ya anunciaron el cese de actividades temporales por efecto de la medida, lo que afectará las actividades de unos 600 trabajadores.
También el Sindicato de la Carne advirtió sobre el impacto laboral que generará en un sector de mano de obra intensiva. Alberto Fantini, secretrio general de la Federación de la Carne. “Argentina tiene la carne más barata del mundo, el problema es que cada vez perdemos más poder adquisitivo”, indicó el dirigente.
“Argentina se encuentra en el podio mundial de consumo de proteínas de origen animal y también de carne bovina, con un nivel de casi 48 kilos per cápita”, dijo Fantini y explicó que “logra exportar el 30% de la producción”. Por eso, para el sindicalista, “el país no tiene un problema de abastecimiento de carne, sino que el problema es de acceso, porque la realidad es que los argentinos venimos perdiendo poder adquisitivo desde hacer tres años, por lo que cada vez nos cuesta más comprar alimentos, combustible, vestimenta, no sólo carne”, dijo.
Según datos de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada), la cadena de la carne genera más de 400 mil empleos en el país y el ingreso de divisas del sector fue de u$s 3 mil millones. “El cierre de exportaciones pone en riesgo a 100 mil familias, que son los empleos que se generan en el circuito de exportación”, indicaron desde la entidad.
El gran dilema
¿Es viable lograr frenar el incremento de precios en el mercado interno sin afectar la exportación? La pregunta del millón tiene una respuesta clara desde Santa Fe, que es la principal provincia exportadora de carne del país, al concentrar el año pasado el 44% del volumen total vendido al exterior y también es el territorio donde están instalados 33 frigoríficos, de los cuáles 10 son plantas dedicadas a la exportación, la segunda con más cabezas de ganados, sólo superada por Buenos Aires, al concentrar 10,5 % del stock bovino nacional, un 17% de participación en la faena argentina.
El ministro de la Producción santafesino, Daniel Costamagna consideró que “se puede atender el mercado interno sin perjudicar las exportaciones” y señaló que es clave “poner en valor el cuarteo”, en referencia a la comercialización de carne en cortes abandonando el sistema de comercialización por medio de medias reses, que se usa en el país hace más de un siglo.
El gobierno nacional tomó hace un mes la decisión de hacerlo a partir de enero del año que viene al fijar que la salida de carnes de los establecimientos frigoríficos de todo el país, destinadas a comercio minorista, sólo podrán hacerse en unidades resultantes del fraccionamiento de las medias reses en trozos cuyos pesos individuales no superarán los 32 kilos.
Para el funcionario santafesino, que además es productor ganadero y cuyo secretario de Agricultura es un hombre que viene del sector frigorífico, “la ganadería genera trabajo y producción” y recordó que el país produce 3,2 millones de toneladas de carne y exporta sólo 900 mil. “El 66% de la producción queda en el mercado interno y de cada 3 kilos que se exportan, 2 kilos van a China y 1 kilo a mercados emergentes que están recién abiertos”, dijo.
Además puso el foco en una cuestión clave para el paladar argentino, vinculado al tipo de hacienda que se consume. “Hay muchos lugares donde se consigue asado de exportación de animales de 500 kilos, pero acá hay mucha costumbre de consumir ternera”, dijo.
En ese sentido, el ex director de Federación Agraria Argentina (FAA), Pedro Peretti, consideró que una solución que permitiría descomprimir la situación es aumentar el peso mínimo de faena, que actualmente en Argentina es de 56 kilos, mientras que en países como Estados Unidos o Australia llega a los 124 kilos.
Por otra parte, propuso “discutir seriamente si los supermercados pueden tener cría, exportación y venta en góndola”, generando un control y concentración en toda la cadena. “La venta de carne debe pasar por las carnicerías, lo que generaría más competencia y haría girar la rueda de la economía”, dijo Peretti, y además planteó la necesidad de mejorar el destete. “De cada 100 vacas 60 están preñadas y necesitamos 2 millones de terneros adicionales, que se lograría aumentando los destetes y mejorando la oferta en el mercado interno”, agregó y por eso instó al gobernador Perotti a hacer el reclamo “a la Sociedad Rural y no al Estado”.
Peretti consideró acertada la decisión del gobierno nacional como una medida para ordenar el mercado y evitar que “4 ó 5 frigoríficos se lo lleve puesto” y recordó que el proceso de concentración en la cadena productiva también es un elemento que no puede quedar fuera del análisis. “En Argentina 4.000 productores ganaderos tienen el 45% del rodeo”, dijo y aseguró que la suspensión durante el gobierno de Kirchner fue por 180 días, mientras que ahora sólo se habla de 30 días” por lo cual no es comparable. “Se debe prohibir al supermercadismo vender carne en góndola y preservar el mercado de Rosario, ya que aquí el kilo de hacienda vale 200 pesos y la carne al mostrador 800 pesos”, agregó y propuso, entre otras cuestiones a nivel provincial, un subsidio al flete para que la hacienda no vaya directamente a los frigoríficos.
Raúl Milano, director ejecutivo de Rosgan (el principal mercado ganadero televisado de Argentina con sede en Rosario), dijo que “el animal destinado a la exportación no es igual al de consumo interno” y reiteró así una vieja prédica que vienen sosteniendo desde ese sector cuando se toman medidas para frenar la inflación. “China es el gran demandante que lleva casi totalmente vacas viejas y de descarte que no son utilizadas en el mercado doméstico, si no exportamos seguro va a faltar el asado y los cortes del parrillero porque eso sí siempre quedó acá”, agregó.
La mesa de los argentinos
“Hay que volver a poner el precio de la carne en sintonía con la capacidad de compra de los argentinos”, dijo el presidente Fernández al defender la decisión de cerrar las exportaciones.
Actualmente, las familias argentinas están destinando el 20% del gasto promedio del hogar a la compra de carne debido a los incrementos de precios, de acuerdo a un informe elaborado por el espacio Proyecto Económico que encabeza la diputada nacional Fernanda Vallejos.
El documento defendió la suspensión de las exportaciones al considerar que “el precio de la carne influye de forma determinante en el poder adquisitivo de los hogares y en la inflación”.
Además, subrayó que “pasamos de un consumo per cápita anual de 58,6 kilogramos en 2015 a uno de 51 en 2019 y hoy estamos en 43,74 kilogramos, con lo cual, cada argentino consume, en promedio, 15 kilos de carne menos por año que en 2015”.
Para Milano, este tipo de políticas restrictivas no trajo el impacto deseado en otras oportunidades cuando se cerró la exportación. “Ante semejante aluvión de producción cautiva del mercado interno, los precios no tardaron en corregir a la baja, desencadenando varios ciclos de desinversión que estancaron por completo la evolución del stock ganadero y limitaron las posibilidades de expansión productiva por varios años”, dijo. En consecuencia, “sin crecimiento productivo, a mayor exportación indefectiblemente tendremos menor saldo para destinar al consumo, un círculo del cual aún no hemos podido salir plenamente”, agregó.
Indicó que en 2020, año signado por la pandemia, el consumo de carne vacuna por habitante cerró en una media de 50,4 kilos anual, el nivel más bajo de las últimas décadas. Sin embargo, “el consumo total de carnes en Argentina prácticamente no ha sufrido variaciones en los últimos años, sí lo hizo su composición”.
Así, mientras en 2010 se consumían, de acuerdo a las estadísticas oficiales, 58 kg de carne vacuna, 35 kg de pollo y 8 kg de cerdo, es decir 101 kg totales. En 2020, el de carne de vacuna cayó a 50 kg, el pollo pasó a 45 kg y el cerdo a unos 14 kg per cápita. “Claramente, el consumidor ha experimentado cambios en sus hábitos de consumo que lo llevan a incorporar otras opciones proteicas, y en este sentido, no todo es precio en materia de consumo sino que también intervienen aspectos menos tangibles que paulatinamente van definiendo el perfil del consumidor”, dijo Milano.
Pero además, planteó que si se valúa este consumo en base a los precios promedio relevados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), se puede estimar cuanto ha variado el gasto medio de cada argentino en el último año. “El cálculo arroja que mientras en 2019, el gasto promedio en los tres tipos de carne alcanzaba los $ 19.500 anuales, en 2020 ese gasto se vio incrementado en un 45%, para ubicarse en $28.100 anuales, moneda corriente”.
Tanto la carne de cerdo (+52%) como la carne vacuna (+49%) fueron los que mayor aumento anual registraron, por lo que el consumidor contrajo levemente su ingesta compensando parcialmente con mayor consumo de pollo, cuyo precio se vio incrementado en un promedio del 35% anual.
De todos modos, “este ajuste no fue lineal dado que, el consumidor argentino siguió priorizando el consumo de carne vacuna a expensas de destinar mayor proporción de su presupuesto en carnes, pasando de ocupar el 65,5% al 66,1% en 2020”, agregó.
Si se toman los valores corrientes, “resulta muy elocuente observar cómo se relaciona este aumento con el aumento promedio del ingreso”, dijo el directivo y planteó que mientras que el gasto destinado a carnes se vio incrementado en un 45% anual, el ingreso promedio per cápita de la población según datos del Indec paso de $16.485 a fines de 2019 a $ 19.524 al último trimestre de 2020, es decir que experimentó un incremento de tan solo un 18,4% anual, “algo que dimensiona claramente la pérdida del poder adquisitivo que tan crudamente viene sufriendo el consumidor en los últimos años”.
Por eso, para Milano, allí está la verdadera causa de la caída en el consumo y no en la falta de oferta. “Una pregunta cuya respuesta pareciera tener un alto costo de sinceramiento que, por el momento, no se pretende asumir”, dijo en referencia a la fuerte pérdida del poder adquisitivo de la población argentina.
Parodiando el refrán de qué indaga si primero es el huevo o la gallina, en este caso, la pregunta obligada es si una mayor oferta (por el cierre de la exportación) contribuye a bajar los precios internos o si, por el contrario, esto desalienta la inversión, produce caída de stocks y eso vuelve a generar un componente inflacionario.
La ganadería en Santa Fe
Los datos concretos muestran que en Santa Fe, según el censo agropecuario 2018, se encuentra el 11% del rodeo bovino nacional. Son, de acuerdo a estos datos, 4.418.309 cabezas distribuidas en 10.434 explotaciones agropecuarias. Es el distrito con segundo mayor stock del país, luego de Buenos Aires.
Sin embargo, los algo más de cuatro millones de vacunos que hay en la provincia son 1.729.278 menos que los existentes en 2002, cuando se realizó el último censo. A principios de siglo, había en el territorio santafesino 6.147.587 cabezas repartidas en 17.317 explotaciones.
Es decir que en 16 años se produjo una reducción del 28% en las existencias bovinas y de casi un 40% de los establecimientos dedicados a la actividad. Son 6.883 productores menos, una cifra que adquiere una dimensión especial si se tiene en cuenta que en el período se cayeron 8.300 explotaciones agropecuarias en total en la provincia de Santa Fe.
En el censo de 1988 había 5.702.185 cabezas, pero distribuidas en 25.276 establecimientos.
Héctor D’Agostino, doctor en Economía y CP de la UNR, recordó que de la producción de ganado vacuno en Argentina, se exporta el 29% y el 71% queda para el mercado interno. si bien reconoció que “nunca debe abandonarse” este último, es decir “la provisión adecuada de alimentos, energía y demás bienes y servicios que resultan esenciales para que los argentinos tengamos una vida sin sobresaltos ni carencias”.
Y explicó que “los índices muy positivos que muestra el agro resultan insuficientes para un país que como el nuestro cuenta con 45,8 millones de habitantes”.
De todos modos, consideró que “cuando el mercado interno está en crisis, las cadenas de producción con mayor inserción internacional son las que pueden aumentar el ingreso de dólares y el empleo, con el consiguiente incremento en la recaudación fiscal”.
El director del Banco Nación, Claudio Lozano, consideró que en esta instancia, “una de las claves de la inflación es desacoplar precios del exterior, de carne, soja, maíz, acero, con cupos, cierres o retenciones”.
El economista planteó que “hubo una multiplicidad de advertencias a los empresarios de la carne” para que haya una reducción de los precios. “Perotti defiende la salida de la exportación por alimentos y es un error, lo lógico es que los alimentos en Argentina sean baratos”, dijo.
Medidas donde todos ganan
Cuando el presidente Fernández planteó la necesidad de poner en orden al mercado, también incluyó a Liniers. “No es posible que los exportadores que venden a China vayan” a comprar ahí, dado que entonces “prevalece el precio de la exportación y eso solo ya tergiversa el precio del mercado interno”, dijo.
El jefe de Estado también reconoció que “el tema de la carne se desmadró”, y ante esto cuestionó cómo inciden los precios internacionales de exportación en la mesa argentina. “Fue una gran tentación la aparición de China comprando carne porque pagan precios muy altos”, señaló, al explicar que el problema surgió cuando el gobierno de Macri impulsó una “total apertura al sector”.
El informe de Proyecto Económico cuestionó la política de apertura de las exportaciones ocurrida durante el gobierno de Mauricio Macri ya que “no aumentaron la cantidad de toneladas faenadas ni la cantidad de cabezas, mientras que fue bajando el peso del novillo que se faena y aumentaron los precios”.
En ese sentido, la diputada Vallejos indicó que para llevar a la práctica el “desacople”, es necesario aplicar retenciones y cupos que, en el caso de la carne, se podrían combinar con instrumentos de estímulo para incrementar la producción. Esto último, para satisfacer la mayor demanda de exportaciones pero asegurando el abastecimiento interno en un nivel no inferior a los 50 kilos per cápita anual, considerando los niveles de 2020.
También, la presidenta de la comisión de Finanzas remarcó la importancia del rol del Estado para “equilibrar el peso de las influencias”, ante la presión de los sectores que se ven beneficiados a pesar de los altos precios que pagan los argentinos por sus alimentos.
Además, “las exportaciones son la única fuente genuina de divisas pero el Estado debe intervenir para armonizar intereses y proteger el crecimiento, la producción, el trabajo, y privilegiar el bienestar general por sobre los intereses sectoriales”, prosiguió la economista.
“Es evidente que necesitamos desacoplar los precios que puede pagar China del que pagamos en nuestras carnicerías”, insistió Vallejos.
Actualmente, el aumento de las exportaciones argentinas de carne bovina congelada entre 2011 – 2020 se explica casi en su totalidad por las compras chinas, que pasaron de 759 toneladas en 2012 a las 462 mil toneladas en 2020. Estas pasaron de representar el 1,6% del valor total exportado de este producto al 87,4% del total de las toneladas exportadas, precisó un informe de Proyecto Económico.