El vicepresidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Marcelo Torres, anticipó que en las últimas campañas un 3% de los productores dejaron de hacer siembra directa y se volcaron a un esquema alternativo, en el que prevalece la preparación del suelo mediante un sistema de rastras modernas que intentar frenar la proliferación de las malezas.
Preocupa la caída del sistema de siembra directa
“Es un error”, remarcó el empresario agregando que la práctica rompe totalmente el concepto de la labranza cero o agricultura sustentable y al mismo tiempo, genera confusión entre algunos profesionales que creen seguir en la siembra directa.
El directivo se notó preocupado porque esta caída podría ser más significativa en las próximas siembras, teniendo en cuenta que demasiadas variables impulsan hacia un sistema de menores costos.
“Nos encontramos frente a un fuerte aumento de los insumos que fluctúan en una franja del 80 al 130 % en dólares, sumado a las variables económicas y la amenaza del clima”; subrayó explicando que todo atenta contra el sistema de manejo agrícola que impulsa Aapresid.
Según Marcelo Torres, un motivo de preocupación es ver que hay profesionales de la ingeniería agronómica que fomentan el uso de rastras o acondicionadores creyendo que con su utilización no abandonan la siembra directa, atribuyendo que con una labranza superficial no se produce ningún daño al suelo.
“Nosotros no dudamos en ratificar que están equivocados, el concepto es un campo siempre vivo y verde, la preservación del microbioma del suelo, la intensificación sustentable mediante el uso de cultivos de servicio y la mineralización de la materia orgánica, entre tantos parámetros fundamentales que la institución ha venido demostrando con indicadores”.
Según Aapresid, muchos de estos ensayos, estudios con aval científico y documentación se encuentran disponibles en su biblioteca virtual -que sobre cierre del año pasado- alcanzó los 200 ejemplares ininterrumpidos y paso a ser de uso público y gratuito.
La institución estudia un esquema o campaña de comunicación más agresiva, con la idea de resaltar que las consecuencias de la salida del sistema (SD), tendrá un impacto negativo en el cambio climático y podría generar —a largo plazo— una disminución o freno en la captura de carbono, entre tantas consecuencias
Otra alternativa podría pasar por el pedido de apoyo a organismos nacionales y provinciales como los ministerios de Agricultura con el objetivo de concientizar sobre los riesgos hacia el estatus del país basado en una agricultura moderna, sustentable y certificada por sus prácticas.
“No creemos en la búsqueda de la solución a corto plazo, vemos a un grupo de productores en ese camino, sorteando los factores que están impactando en la producción argentina y el abordaje de algunas problemáticas como las restricciones o distanciamiento en zonas periurbanas para el uso de agroquímicos u otros insumos, que le dan mayor complejidad a este momento”, dijo.
En este último tiempo, el productor agropecuario comenzó a hacerse varias preguntas. En principio el análisis pasó por el elevado costo de los fertilizantes y algunos insumos que tuvieron un altísimo impacto en la inversión para la implantación de la última campaña.
Hoy, algunos consideran que parte de la solución son los bioinsumos, aunque la mayoría sigue pensando que mantener un campo verde la mayor cantidad de tiempo posible y adaptarlo a cada zona sería la resultante de un equilibrio.
“Hay que integrar las rotaciones de cultivos de invierno y de verano, incorporar cultivos que dan servicio ecosistémicos y observar que, paso a paso, se va mejorando el control de malezas con otra estrategia, se baja el nivel de uso insumos externos, se aumenta la fijación de nitrógeno biológico y se alcanza un intensificación productiva”, subrayó Torres, advirtiendo que el enfoque del 2022 confluye en un escenario que buscará corregir el éxodo de algunos productores del sistema.