En Argentina el 75% de los estudios relacionados con el suelo están enfocados hacia las variables químicas y solo el 25% de las bibliografías e investigaciones vienen siendo enfocadas hacia lo físico. Esto deja en evidencia que hay síntomas expresados en los suelos agrícolas que no están siendo tenidos en cuenta y son parte de una posible solución hacia la persistente baja de calidad productiva y rendimiento.
El problema productivo es más físico que químico
Foto: StringAgro
La cosecha de soja estuvo atravesada por la problemática de excesos de lluvias. En el mes de marzo, la región núcleo acumuló más de 300 milímetros en el este de la región.
Esta semana, el director del Instituto de Investigación de la Universidad Católica Argentina (Santa Fe), Rubén Walter presentó un trabajo para el departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Comercio de Santa Fe, donde los datos conclusivos indicaron que en gran parte de la provincia los perfiles de suelos secos y altos registros térmicos continúan agravando la situación agrícola.
Si bien la observación no refleja ninguna novedad en base a lo que viene ocurriendo, el especialista en Edafología apuntó –por encima de la eventualidad climática- al manejo del suelo, el modelo productivo y la necesidad urgente de incursionar en nuevos retoques.
Es decir, este investigador afirma que más allá que sea necesario ver de forma integral a los recursos suelo y agua, manejando su desempeño mediante rotaciones y ajustes en los insumos químicos; es imprescindible apuntar a lo físico para revertir las zonas de escurrimiento superficial o encharcamientos frente a las escasas precipitaciones.
“Hay que tener conocimiento claro de cada suelo, para evaluar cuál es la respuesta frente a una situación límite”, remarcó Walter agregando que este tipo de evaluaciones da la posibilidad de amortiguar los impactos y verificar si la muerte de hojas basales, amarchitamiento y desarrollo de estructuras de plantas menor al resto, registran un impedimento o situación física del suelo que se conjuga con la sequía, pero persiste por encima de la misma.
Según este ingeniero, desde hace mucho tiempo el suelo le está pasando factura a los productores agropecuarios con la expresión clara de que los campos no siguen siendo tan uniformes como en otras décadas.
“El mal manejo viene deteriorando la parte física. Hace 8 años se perdió gran parte de la estructura granular y migajosa que permite una buena infiltración y drenaje de los perfiles superficiales, se están presentando –en muchos casos- estructuras laminares con sustancias sueltas (polvo). En topografías muy planas, vemos un proceso que no se venía hace una década atrás”, subrayó Rubén Walter.
Asimismo manifestó que se están yendo quintales de soja, trigo, maíz, kilos de carne y leche a través del suelo que se escurre. Para ello recomendó un cambio en el sistema de manejo con la incorporación de las nuevas rastras de discos junto a la siembra directa.
“Esto podría evitar el deterioro. Estamos hablando de lo físico y no de lo químico que tal vez con una fertilización se repone un nutriente y listo. Todo esto lleva más tiempo”, expresó resaltando que un pequeño surco combinado al manejo de la materia orgánica ayuda a formar mejores agregados de suelo.
A manera de ejemplo, el especialista se centró en el maíz por su gran volumen de materia organiza frente a la cosecha. Ahí dijo que en superficie vemos un montón de material muerto que se incorpora como nutriente y cobertura al suelo. Sin embargo, en pie queda el tallo y no se toca hasta la nueva campaña.
“Acá pasan 3 meses y el proceso de descomposición y meteorización se da solo en aquellos materiales que están en contacto con el suelo. El resto, como quedó parado va a requerir un tiempo mayor para este ciclo, salgo que se apele a una nueva técnica de manejo como el objetivo de sumar más materia orgánica. En definitiva, sumando una rastra, semi enterrando los tallos o cañas, logramos sumar más materia, microorganismo y agregado de suelo”.
Ya no sirve un solo sistema. Todos las variables juntas, permitirán atenuar el suelo que se está deteriorando. El dato de los investigadores, expresa que no hay que echarle la culpa solo a los ciclos húmedos o secos, sino es necesario observar las situaciones de manejo incluyendo la parte física de manera constante.