“Han jugado con el productor bajando los precios, con planteos aberrantes como cierre de importaciones de lácteos, la puesta de precios máximos en góndola o la restricción en la modificación de los precios. Desde hace muchos años son los productores los que pagan las medidas impuestas por el gobierno que se fue, dejando al sector en una situación crítica para la lechería”, remarcó Raúl Catta, coordinador de Lechería de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
"El gobierno no debe ser aliado de la industria lechera"
Asimismo reflejó que los tamberos hace décadas atraviesan por una situación complicada, que no se corrige con sólo siete puntos, ni la libertad de mercado, un tipo de cambio único o el respaldo tecnológico. Según Catta, hay que ir hacia un sistema integrado de la lechería argentina, que empiece acomodando la distorsión de precios vigente desde mucho tiempo.
“Atrás tienen que quedar los gobiernos aliados con la industria”, dijo y planteó que “las variaciones con el dólar soja han concluido en notables aumentos de costos en la producción del sector lechero sin que se refleje la posibilidad de modificación de los precios”.
A su juicio, este es uno de los factores que el nuevo gobierno tiene que tomar en consideración. “Hay ver de qué forma la modificación de los precios de los insumos se refleja en la posibilidad del productor de cambiar el precio con que le está vendiendo a la industria”, expresó el empresario.
Reconoció que durante el gobierno de Mauricio Macri, a pesar de que se quitaron las retenciones, se demoró 17 meses en modificar los precios a la producción, generando un brutal quiere en toda la actividad. “Tanto el Inta como otros organismos vienen manifestando que llevamos más de dos años en situación de quebranto”, dijo y señaló que “este es uno de los puntos clave, ya que están expuestas las vulnerabilidades de un sector primario que tiene un producto absolutamente perecedero, que a su vez, es perjudicado por las formas de pago de la industria y de cobranza de los supermercados”.
Agregó que en el sector agropecuario la comercialización es a través de una liquidación, es decir que el que compra dice que es lo que está comprando y cómo lo va a comprar y en la lechería la situación se agrava porque es un producto que se está pagando a más de un mes ó 40 días.
Entre las tantas ideas que vienen dando vueltas, algunos referentes del sector tambero, estiman que el productor tiene que poder facturar lo que está vendiendo y desarrollar su mecanismo de factura conformada. “Significa que quien esté comprando el producto acepta la recepción del mismo, a pagar en el precio acordado”, dijo.
A esta herramienta “el productor podría llevarla a un banco y cambiarla instantáneamente (con la tasa de interés de corresponda) para hacerse de ese dinero y no tener la vulnerabilidad de que le estén debiendo meses y meses de cobro de un volumen de leche que lo entrega sin saber el precio”, dijo.
Por ahora, frente a la llegada del nuevo gobierno, el sector lácteo ya alcanzó un balance al nuevo secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, para recordarle que la actividad se frenó en el siglo XIX en materia de pagos. “Hay una reglamentación del Afip que le impide al productor hacer una factura. Esto debe ser eliminado en breve, ya que si el productor quiere emitir factura; el comprador también lo tendría que aceptar. Estamos como hace 70 años atrás”, dijo.
El segmento tiene como referencia que en el resto del mundo 1 litro de leche vale entre un dólar y un euro. “En nuestro país, el valor se encuentra alrededor de u$s 0,15 al productor. El un precio es ridículo y es parte de las distorsiones que deben ser modificadas”.
Desde la coordinación de Lechería de la Sociedad Rural Argentina (SRA), expresaron que la situación de colapso generalizada arrancó el año pasado, a partir de la modificación del dólar y los avances con el sistema de subsidios del programa impulso tambero que no sirvió para nada.
Catta considera que la comercialización se modificó sensiblemente con la variación del dólar diferencial que repercutió instantáneamente en todos los insumos de comida del tambo; sin considerar que la mitad de la leche producida en el país se hace sobre campos alquilados.
“Esta distorsión se tiene que modificar de un momento para otro, buscando rápidamente un mecanismo de subsidios para la gente que lo necesita. A su vez, el precio en góndola debe acomodarse considerando el problema que se hizo hacia atrás. Es momento que la industria tome conciencia del daño que produjo asociándose con el gobierno que finalizó su mandato”, enfatizó.
El directivo destacó que la tecnología, desarrollo e innovación vienen de la mano y a la par. “Eso es palpable con sólo considerar que los niveles de producción no se han disminuidos (30 litros por animal promedio) y se mantuvieron a través de los años; salvo los últimos dos, donde políticamente nos han jugado realmente en contra al igual que la sequía”, dijo. “Está claro que la vaca sobre terreno seco está mucho más cómoda y la sequía generó que el productor tenga que buscar comida y llevarla a la boca”, aseguró y consideró “una ironía” lo que sucedió “ya que hemos estado alimentando a las vacas como se hace en el resto del mundo según los requerimientos con productos de calidad” y “se han mantenido los niveles de producción”.
Recordó que Argentina exporta entre el 25 y el 30% de su producción. “No existe déficit o problemas de producción. Solo los precios se tienen que ajustar adecuadamente, y sabemos que la industria está estructurada para salir a pelear en el mundo”.