En pleno corazón de la zona núcleo productiva, la multinacional Basf montó hace 25 años el primer Centro de Desarrollo Tecnológico (CDT) de la división soluciones para la agricultura en la localidad de San Jerónimo Sud. En ese cuarto de siglo, que se celebró esta semana con una recorrida por las instalaciones, el predio multiplicó por cinco su superficie y la cantidad de colaboradores, y se posicionó como una referencia en generación de información mundial para países como Alemania o Estados Unidos, donde opera la compañía.
Un centro tecnológico regional que es referencia mundial
“Basf evolucionó mucho hacia la sustentabilidad, dijo Cardello.
Crecimiento. En 25 años el predio de Basf multiplicó por cinco su superficie, que hoy es de 56 hectáreas
En el CDT, ubicado en el kilómetro 341 de la ruta nacional 9, se realizan ensayos con productos del portafolio de Basf para la protección de cultivos, de eventos biotecnológicos en semillas y entre 90 y 110 pruebas a campo por año en 12 mil parcelas.
En el año 2020, Basf invirtió medio millón de dólares en las instalaciones de San Jerónimo Sud para llevar adelante toda la actividad de semillas, que se sumó así a las de fitosanitarios que funciona en la planta santafesina.
Ese desembolso forma parte de la inversión de 5 millones de euros que la compañía realizó en 2022 en Argentina, según detalló Ricardo Pancelli, gerente de relaciones gubernamentales de la empresa.
Además del Centro de San Jerónimo Sud, la firma tiene otros tres en el país: uno en Rojas inaugurado este año, y otros dos en Tandil y Chaco.
El recorrido que fue realizando a lo largo de 25 años el CDT ubicado en territorio santafesino transita en paralelo a la evolución del negocio de la compañía a nivel global. “Basf evolucionó mucho, lo que surgió como una actividad orientada a los fungicidas hoy abarca todos los aspectos, desde tratamiento de semillas y la propia semilla, hasta productos para la sanidad, la digitalización y el monitoreo de plagas”, detalló Fernando Cardello, gerente senior de investigación y desarrollo e Basf, quien junto a Gustavo Alcaraz _ también gerente de Investigación y Desarrollo de producto y responsable del Centro de San Jerónimo_ realizaron una recorrida por las instalaciones con productores y referentes de la comunidad, entre ellos el jefe comunal, Horacio Ciancio.
Esa transformación de Basf es parte de un proceso que fueron realizando todas las compañías vinculadas al negocio de insumos químicos para el agro, impulsadas por un mercado con nuevas demandas, esencialmente vinculadas a producir más alimentos, de mayor calidad y en el marco de un proceso sustentable.
“En Basf tenemos cuatro compromisos hacia 2030 que son disminuir la huella de carbono, una producción más sustentable a través de productos biológicos o bioinsumos, la digitalización que permite un mapeo y prescripciones de productos a aplicar; y finalmente capacitación para el correcto uso de las aplicaciones”, indicó Pancelli.
Desde 1997 cuando se instaló el CDT en San Jerónimo se llevaron adelante inversiones en tecnología y sustentabilidad. La meta es, señalaron los referentes de la compañía, “fomentar la agricultura inteligente ayudando a los productores para que reduzcan en un 30% su huella de carbono por tonelada de cultivo producido hasta 2030”.
En esa línea los cuatro centros en el país son carbono neutro y su certificación es inminente, ya que las actividades agrícolas se compensan con plantaciones de árboles y cultivos de servicio.
Por otra parte, en San Jerónimo se dio un paso más con la implementación de un sistema de camas biológicas para el tratamiento de residuos del uso de fitosanitarios con biodigestores, uno de los primeros instalados en el país, que tiene una capacidad anual de degradación de 18 mil litros. En el predio se degradan unos 12 mil litros.
Las camas biológicas están conformadas por una biomezcla de material vegetal, compost y turba y permiten, mediante el trabajo de microorganismos (hongos), darle un tratamiento a los líquidos residuales que quedan luego del lavado interior y exterior de las pulverizadoras, desde donde proviene “el 40% de la contaminación del suelo”, detalló Federico Elorza de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe).
“Basf es la primera empresa de fitosanitarios que cuenta con camas biológicas”, agregó y detalló que ya hay normas Iram que certifican este proceso de tratamiento.
El aporte regional
Alcaraz indicó que el CDT de San Jerónimo “tiene un gran impacto en la generación de ensayos tanto para el mercado argentino como a nivel global” y dijo que “aporta datos que contribuyen a la red de conocimiento global” de la compañía.
“Desde Alemania, Estados Unidos o Brasil se reciben las muestras de los productos en la primera fase de desarrollo, aquí se prueban para llevarlos luego a la fase final”, indicó y señaló que toda la información que se genera en el CDT de San Jerónimo se registra y está conectada a la base global de la compañía. También, que es “muy importante lo que se recolecta a campo”, porque es un insumo clave para que la compañía pueda realizar los desarrollos de fitosanitarios acorde a las particularidades de cada región. Un ejemplo es la nueva molécula PPO de Basf Tirexor”, en la cual el centro trabajó cerca de diez años en conjunto con estaciones globales como la ubicada en Raleigh (EEUU) para optimizar mejor selección. La misma hoy forma parte de Voraxor el nuevo herbicida pre-siembra de la compañía que será lanzado en Argentina en los próximos meses.
“Desde aquí, salieron productos tan relevantes como Heat, Orquesta Ultra y Clearfield, entre otros”, afirmó Alcaraz.
El cambio de rumbo hacia la sustentabilidad también impuso nuevos desafíos al desarrollo de los propios productos. “La tendencia no es sólo el control sino el cuidado del medio ambiente”, dijo Gonzalo Caldiz, uno de los referentes en sustentabilidad de Basf. Explicó que el portafolio de Basf está conformado por productos que no superan los 5 años en el mercado y el desarrollo de moléculas _para el que se destina una inversión de 250 millones de dólares_ está orientado en ese sentido.
En ese camino, Basf lanzará al mercado su primer producto biológico. “Estamos trabajando en un nuevo fungicida que se lanzaría el año que viene posiblemente para soja, maíz y varios cultivos”, detalló Pancelli. Además, Cardello explió que la firma tiene un nuevo herbicida que es el Voraxor y “la expectativa es que lo tengamos en el mercado en 2023”, que se suma a otros productos para barbecho en soja, maíz, trigo y cebada.
Unidad semillas
En el área de tratamiento de semillas se reciben muestras de los diferentes lugares donde opera Basf con diferentes estructuras y combinaciones para adaptarlas al campo. Esa información también es clave para la operación global de la compañía porque Estados Unidos o Alemania tienen dos ciclos de cultivos. Se trabaja con maíz, soja, girasol o arroz.
Con la intención de optimizar las pruebas a campo en condiciones adversas, en el CDT funciona un “insectario”, donde se crían especialmente lepidópteros y chinches, o se reproducen algunas especies encontradas en el ambiente, en espacios controlados con redes o carpas para evitar su propagación.
El encuentro en el CDT buscó reforzar los lazos que tiene con la comunidad local. Estuvieron presentes la directora y maestras del Jardín 258 de la localidad, al que la compañía le donó camas de siembra para que los alumnos desarrollen huertas. Además, para celebrar su 25 aniversario Basf anunció la donación de un vehículo 4x4 a los Bomberos Voluntarios de San Jerónimo Sud.