Producir más con menos: un paso firme hacia la agricultura regenerativa

Beltrán Galo Benedit, Interfaz Comercial de Sistemas Agronómicos Latam de Bayer, explicó las soluciones para crear un futuro más sustentable, reduciendo la huella de carbono en la agricultura para beneficiar a los productores y consumidores
15 de diciembre 2023 · 18:00hs

La agricultura está en el centro de las discusiones sobre cambio climático. Por un lado, es responsable de aproximadamente una cuarta parte de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero. A su vez, los productores se ven especialmente afectados por las condiciones meteorológicas extremas, como la sequía, el calor intenso, las inundaciones y otras tendencias climáticas cambiantes. Pero la agricultura tiene el potencial de ayudar a resolver esta crisis ambiental mediante la implementación de prácticas climáticamente inteligentes que no solo reducen las emisiones, sino que también eliminan el carbono de la atmósfera.

La adopción a gran escala de estas buenas prácticas basadas en la optimización del uso de recursos, la eficiencia de las nuevas tecnologías y la digitalización permitirán alcanzar un futuro carbono neutral para la agricultura, pero requiere un cambio transformador de la industria. Beltrán Galo Benedit, Interfaz Comercial de Sistemas Agronómicos Latam de Bayer, contó cómo se pueden implementar soluciones para crear un futuro más sustentable, reduciendo la huella de carbono en la agricultura para beneficiar a los productores, los consumidores y al Planeta.

Para la recuperación de los suelos se aplican enfoques sistémicos.

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¿En qué consiste la iniciativa de Pro Carbono de Bayer y cómo se relaciona con todo lo que tiene que ver con la biodiversidad?

La iniciativa de Bayer de Pro Carbono está enfocada en trabajar con productores en definir una nueva visión de los sistemas agronómicos. Lo que hacemos es tener una visión un poco más a largo plazo del sistema agronómico y de la estabilidad de ese sistema agronómico, dejando un poco la concepción de mirar la producción agrícola como cultivo a cultivo sin mirar la relación que tiene con el cultivo siguiente, con el cultivo anterior. Dejar un poco esa visión de lo inmediato, relacionado con el margen bruto específico o con ese inmediatez del margen bruto de un cultivo, y mirar en cómo se estabilizan los márgenes brutos o la productividad del sistema a lo largo del tiempo. Eso nos va a ayudar, en campañas como las anteriores, a tener un sistema que sea un poco más resiliente.

¿Cómo se emprende este camino?

A través de una serie de prácticas que vamos definiendo con los productores o vamos promoviendo para que vayan adoptando, que se enfocan en buscan aumentar la captura de carbono. Es decir, la cantidad de carbono que nosotros estamos incorporando el suelo o que evitamos que se pierda desde el suelo. También las que están enfocadas en reducir las huellas de carbono, es decir, la cantidad de emisiones que se generan desde el proceso productivo. Y con la promoción o aumento de la biodiversidad del sistema.

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¿Cuáles podrían ser estas prácticas agrícolas diferenciadas?

Sobre las prácticas, por ejemplo, relacionadas con la biodiversidad tenemos primero la promoción de la rotación de cultivos. Esto significa abandonar o empezar a evolucionar en eso. No tener más un solo un cultivo año tras año o dos cultivos año tras año, sino rotaciones que sean más diversas, más biodiversas. Que haya más especies desarrollándose en el sistema agrícola. En una segunda instancia, siguiendo esa misma línea estamos promoviendo la incorporación de los cultivos de servicio porque también traen más biodiversidad al sistema. Nuevas especies ocupando un espacio del tiempo que en general estaba libre o donde solo crecían malezas, en el período invernal. No solo promovemos traer solo un cultivo de servicio que nos va a ayudar, sino una multiplicidad de especies combinadas en funciones de las necesidades que tenga cada uno de los lotes. Esto significa que en algunos o vas a tener un grupo de especies que te van a ayudar a generar más residuos o más competencias contra malezas. En otros, vas a tener algunos que ayuden a trabajar en la estructura del suelo rompiendo alguna compactación, por ejemplo. En otros, una combinación de varios de esos factores. Por último, relacionado con la biodiversidad, lo que es el manejo integrado de plagas. Buscamos abordar un control de los que lo que llamamos factores reductores de maleza, plagas y enfermedades, basado en el monitoreo y no solo de las plagas, malezas y enfermedades sino también poder entender cómo se dan las condiciones ambientales para el desarrollo, cómo hay otros organismos que están presentes en los sistemas que nos pueden ayudar a combatir estas plagas. Ahí es donde entran en juego un poco los enemigos o predadores naturales, los cuales también son importantes tener en cuenta al momento de hacer una estrategia de control de factores.

El productor agropecuario seguramente tiene sus prácticas habituales, ¿Cómo puede sumarse a esta nueva mirada o nueva forma de producir? ¿Cómo arrancar y comenzar a insertar esta nueva concepción?

Primero la idea es tener el compromiso de una visión a más largo plazo. Nuestra realidad local y el país a veces, nos hace estar en la disyuntiva de pensar o no de esa manera. Sucede que el productor hace inversiones mayores y corre más riesgo o necesita la liquidez para mantener la empresa. Eso es un punto de partida y después ir sumando prácticas. Hay que tener en cuenta que algunas de estas prácticas ejercen cambios en el sistema, en el agroecosistema, en cómo se dan las vinculaciones entre los sistemas vivos de plantas y microorganismos del suelo. También cómo se vinculan y descomponen todos los residuos, cómo genera una fertilidad nueva o adicional en el suelo. Eso no es un proceso inmediato que ocurre de un año a otro sino que son procesos biológicos que llevan su tiempo. Nosotros hemos visto que con la adopción de estas prácticas hay mejorías en las condiciones del suelo que permiten producir mejor. Con el tiempo se van acumulando los efectos bondadosos de cada práctica. Por ejemplo, una fertilización específica para alimentar a un cultivo específico no es sólo para eso, sino que tiene un efecto residual porque parte de ese fertilizante es absorbido por el suelo, luego queda en los residuos de la planta y luego se descompone mediante los microorganismos y finalmente queda disponible. A lo largo de todo ese tiempo se van acumulando esos efectos residuales de las prácticas y es lo que va mejorando ese sistema.

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¿Es necesario dejar más en claro al sector los beneficios que da la biodiversidad?

La biodiversidad nos da mayor estabilidad al sistema agronómico. Los que son más diversos son más estables, tienen más interconexiones. Estos sistemas agronómicos más diversos, con diferentes cultivos en un establecimiento, generan una estabilidad porque diversificando por un lado se reducen los riesgos y por otro, los momentos en los que estás produciendo del año, con algunos cultivos de renta de invierno y cultivos de renta de verano. Eso hace que algún impacto de estas condiciones climáticas adversas, que cada vez son más frecuentes, impacten en una porción de tu sistema pero el sistema en forma integral tenga capacidad de afrontarlo y de recuperarse. Al tener más diversidad, los sistemas son menos frágiles, están más estables. Es lo que vemos con la rotación de cultivos, la diversificación de los cultivos de servicio.

¿Cuál es la la meta de Bayer al hacer una agricultura procarbono y fomentar el compromiso con la biodiversidad?

El primero objetivo que verá el productor es el impacto en la productividad, un sistema que pueda producir mejor y a lo largo del tiempo. Un sistema más estable y más productivo. En una segunda instancia vemos una mejora en las condiciones del suelo. A lo largo del tiempo estas prácticas generan una mejora. Allí entramos nuevamente de la agricultura regenerativa. Empezamos a ver cómo generamos un impacto en el suelo que empieza a mejorar sus cualidades físicas, químicas, de estructura, que en definitiva mejoran su capacidad para producir. Después ya en una instancia mayor o desde el foco del productor, la idea es lograr generar un modelo productivo y una trazabilidad de todo ese modelo para poder conectarse con industrias que busquen productos que sean generados de una forma diferente o al menos con la información de todo lo que se hizo. Ese es el interés que se está generando hoy en la industria, esa necesidad de entender cómo los alimentos fueron producidos, no sólo en la industria sino también en el consumidor.

La demanda internacional empieza a cambiar ¿Qué debe tener en cuenta el productor sobre este último eslabón?

Buscamos que Bayer conecte a través de este programa Pro Carbono a esos productores que tienen esta visión de producción diferente, más de largo plazo, que incorporan otro tipo de prácticas, con industrias que están interesadas en que sus proveedores de materias primas produzcan de esa forma, con menor huella de carbono, con un menor impacto en el ambiente y que a su vez capturen carbono en el suelo. En un segundo nivel, esos productores están capturando carbono en el suelo, a través del programa se los pueda conectar con un potencial comprador de bonos de carbono, aquel que se captura en su lote.

Además el valor de la producción tiene un precio diferencial ¿Cómo funciona ese incentivo para la producción?

La industria está interesada en buscar este tipo de producción con información, con trazabilidad, saber cómo se produjo, con adopción diferenciada de prácticas. Está dispuesta a hacer un pago diferencial. Eso es lo que nosotros estamos viendo y tenemos algunas vinculaciones con distintas compañías. Hubo un proyecto muy interesante en el otoño pasado en Brasil de una vinculación con un trader en el cual 10 productores de una región específica de Mato Grosso, sobre 60.000 hectáreas, produjeron 240 mil toneladas de soja con la trazabilidad de todo el precio de productivo. Cada una de las prácticas que se hizo en esa superficie fue registrada, medida en función de cuántas emisiones generaba ese proceso y después el exportador, el trader, estaba dispuesta a pagar un precio diferencial. Fue el primer cargamento que se hizo de soja trazada, libre de deforestación, y con toda la huella de carbono trazada desde el inicio del ciclo productivo. La industria está muy interesada. Hay diferentes grados de interés, dependiendo de la demanda de los consumidores. Acá en Latinoamérica todavía no estamos tan preocupados por este tipo de información, lo están un poco más en Estados Unidos y en Europa los consumidores están muy preocupados por cómo se producen los alimentos. Están dispuestos a pagar un precio diferencial por un producto, por unas papas fritas de X marca que sean producidas con reducción en la huella de carbono, mates que se produjeron de una manera diferente, o aceite de canola que se produjo con prácticas conservacionistas.

>> Leer más: Agricultura regenerativa: el nuevo horizonte del agro

>> Leer más: El valor económico de producir alimentos de forma sustentable

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