La provincia de Santa Fe vuelve a validar su título de ser la cuenca lechera más nutrida de tambos en el país, con la particularidad de que sus explotaciones en su mayoría son pequeñas y medianas. Además, tiene una marcada predominancia de sistemas pastoriles tradicionales que generan miles de puestos de trabajo y un movimiento económico regional que es clave para el arraigo y el desarrollo, especialmente en los departamentos del centro provincial.
Santa Fe, la provincia más tambera
Un reciente relevamiento del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) en base a los últimos datos oficiales del Senasa (Distribución de Existencias Bovinas y Establecimientos computados en 2021), permitió actualizar una importante estadística nacional de la producción lechera poniendo en valor a esta estratégica actividad de la provincia.
La mayor cantidad de tambos
El orgullo santafesino como provincia productora de leche por excelencia radica en que es la que más tambos registrados tiene en actividad, con 3.560 unidades productivas, que ordeñan diariamente un promedio de 140 vacas y 2.755 litros, y con una de las productividades más elevadas de la media nacional, con 7.200 litros/ha/VT/año, que dan cuenta de un destacado nivel de eficiencia para producir en base pastoril.
Claro que este último dato es mejorable porque se aspira en la actividad a lograr productividades cercanas a los 10.000 l/ha para asegurar la sustentabilidad del sistema, pero considerando los avatares climáticos y la errática curva de rentabilidad de los últimos años, además de que se trata de unidades de baja escala productiva, este índice sigue siendo más que aceptable.
En cantidad de vacas lecheras, conteo que viene mermando año a año en el país, la provincia de Santa Fe se encuentra ubicada en segundo lugar, con 498.604 cabezas (equivalente al 30,2% del total), sólo detrás de Córdoba (507.283 cab.), según se los datos de vacunación antiaftosa (marzo 2021).
La mayor concentración de tambos y vacas lecheras se da en el departamento Castellanos, epicentro de la cuenca santafesina donde se concentran unas 1.000 UP y 150.000 cabezas aproximadamente.
Empleo, arraigo y economía
La relevancia de la lechería en la provincia se corresponde con estos datos porque donde funciona un tambo hay 4,3 personas empleadas según un trabajo representativo de Crea en 2017, que dice que a ese índice hay que agregarle los profesionales asesores que trabajan en una red indirecta de mano de obra que se multiplica por tres en el centro de la provincia.
En términos estadísticos, es confiable estimar que en Santa Fe unas 15.000 personas se emplean directamente en el tambo, mientras que unas 45.000 lo hacen relacionados a la actividad. Además, las explotaciones que predominan en esta zona dan cuenta de empresas de raíz familiar o asociativa (también cooperativas) que son en su mayoría pymes.
Ello explica el dinamismo económico que aportan los tambos en los departamentos del centro provincial, donde cientos de pueblos ubicados principalmente en Castellanos, Las Colonias, San Martín y San Cristóbal, movilizan incontables rubros comerciales y de servicios que fortalecen a esta rica y pujante región productiva.
Esta fortaleza se expresa también en el liderazgo que Santa Fe posee en materia de industrialización de la producción, con 3.600 millones de litros al año (31,7% del total país) y gran parte de las principales usinas ubicadas en su cuenca lechera.
En efecto, en estos días se conoció el ranking de industrias lácteas que más procesan y en el podio se encuentran dos empresas rafaelinas, como Saputo (La Paulina, ex Molfino) y Williner (Ilolay), en el segundo y tercer puesto con 3,6 y 1,3 millones de litros diarios respectivamente, detrás de la líder bonaerense Mastellone (La Serenísima) que procesa 3,7 millones de litros diarios. Según informó el Ocla, de las diez primeras empresas relevadas en este ranking, seis poseen su planta principal en Santa Fe.
Rentabilidad
La materia pendiente de la emblemática actividad lechera de la provincia es la rentabilidad de su eslabón primario.
En este ítem, lamentablemente Santa Fe se encuentra relegada respecto a las otras regiones productoras del país. De acuerdo al estudio de costos que mensualmente elabora el Inta sobre los 30 modelos productivos más representativos del tambo argentino, la cuenca central santafesina se encuentra primera en Costo de Producción y por ende, última en el índice de Rentabilidad.
Cuando se analiza cada región y cada estrato, se observan diferentes realidades referidas a los niveles de productividad, y aunque tamaño no es sinónimo de eficiencia, los tambos de los estratos más grandes son los que generalmente presentan menores costos, mejores precios y mayores tasas de rentabilidad, como es el caso de las cuencas de Buenos Aires y alguna de Córdoba.
En este sentido, a pesar del incremento del precio al productor (con un impresionante 71,6% anualizado) por encima del tipo de cambio (37% anualizado) y el índice inflacionario (50,2% anualizado), los tambos no logran aún compensar la suba del costo de producción (74,6% anualizado), explicado principalmente por el incremento de los precios internacionales de los granos (soja, maíz) que tienen una alta participación en los costos del tambo (alimentación y alquileres) y los insumos dolarizados al tipo de cambio paralelo.
“El costo de producción se vincula en diferentes proporciones con estos tres componentes: leche (mano de obra de ordeño y alquileres), inflación (bienes y servicios no transables en el exterior) y variación en el dólar (semillas, agroquímicos, fertilizantes, suplementación, tasa de interés, etc.)”, expresó en su informe de costos de junio el Ocla.
Respecto al valor de referencia percibido por los tambos de Santa Fe, son los que mejor precio tuvieron durante mayo y junio, con 32 y 33,60 $/litro respectivamente, según el cómputo del Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos (Iapuco).
Esto explica que sólo así fue posible sacar a las empresas primarias de la provincia del estado de pérdida que arrastraron durante varios meses. Sin embargo, la rentabilidad del tambo santafesino se recupera lentamente y para junio alcanza el 0,5%, sin olvidar que recién desde mayo logró superar la línea de flotación que la mantenía en terreno negativo desde 2020.
Hoy esa incómoda ecuación evidencia números positivos aunque todavía no llega al promedio nacional de 1,8% y menos aún al 5% (rentabilidad ideal de equilibrio) requerido para considerar a una empresa tambera sustentable y en crecimiento, según los cálculos del Inta Rafaela.
Escenario complejo
La dinámica de la actividad está en sintonía con los desbalances propios de una macroeconomía muy volátil, por lo que “se sigue observando una alta dispersión de costos, precios de equilibrio y rentabilidades entre estratos productivos y entre regiones –analizó el Ocla-.
La brecha de rentabilidad presenta una tasa máxima del 8,6% en la cuenca Oeste de Buenos Aires, y una mínima del -1,3% en los tambos más pequeños del centro de Santa Fe, un desvío estándar respecto a la media del 2,4%.
Según la misma fuente, “para el mes de julio hay expectativas de que continúe la mejora del precio por encima de la inflación y de la devaluación del tipo de cambio, con lo que los precios reales seguirían mejorando.
Respecto a la rentabilidad, también es probable que mejore ya que cayeron los precios de los granos en julio (soja y maíz), y así mejora la relación de precios de la leche y reduce precios de alquileres. Además, las bajas en los precios de la vaca de descarte, que no fueron tan fuertes de acuerdo a lo previsto, afectaron en cierta medida el recupero por venta de carne”.
Este último comentario refiere a la medida vigente del gobierno sobre la exportación de hacienda, que deprimió los valores de las vacas “viejas” que iban a la industria frigorífica con destino a China, ahora restringido al 50% de los envíos.
Por último, un dato que marca el paulatino y sostenido grado de concentración de la actividad que se da no sólo en Argentina sino en el mundo lechero, es el que indica que en el último año, en la provincia de Santa Fe se registró el cierre de 35 unidades productivas, equivalente al 1% del total. No necesariamente significa que las vacas de esos tambos hayan desaparecido también, sino que cabe suponer que fueron absorbidas por otros tambos más grandes, ya que la producción en el mismo período reportó un crecimiento superior al 6%, según consignó el Ocla en su análisis.
La generación de valor
La facturación sectorial de la cadena láctea argentina a precios corrientes fue en junio de $ 80.049 millones, un 2,6% mejor que el mes anterior y un 59,9% interanual. La facturación es superior a los indicadores del mercado (IPC: 50,2% y u$s: 37%), pero la recuperación real se dio en los últimos tres meses de medición (abril-junio), ya que en los 6 meses previos la cadena cerraba balances negativos que dejaron tanto a la industria como a los tambos en números rojos.
Según constata el Inta-Iapuco, el resultado sectorial para junio es positivo en tan sólo $ 145 millones para toda la cadena de valor, generando para la industria $ 124 millones y para el sector primario apenas $ 22 millones. Así, el tambo recién este último mes logró obtener Valor Neto Retenido positivo, ya que desde que comenzó el año venía destruyendo valor con cifras millonarias.
Cabe acotar que “el sector industrial que traía un gran retraso en los precios del mercado doméstico, fue logrando una importante recuperación, incluso una mejora del mix de ventas y con un consumo sostenido, lo cual le permitió obtener en promedio mejoras en los resultados con una gran variabilidad entre empresas en función al tamaño/eficiencia, mix de elaboración y destinos comerciales”, señaló el Ocla.
En relación a la distribución de valor en la cadena, “la participación del sector primario fue del 37,6% del valor final (+3,2% i); la industria 28,2% (-1,8% i); el sector comercial 18,0% (-5,7% i); y el Estado se mantiene en 16,3% (impuestos a la venta)”, informó el observatorio.